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Para ponerse flamenco

La calle Echegaray reúne los locales míticos del género que son frecuentados por trasnochadores y japoneses

Para ponerse flamenco ángel de antonio

ámgel antonio herrera

Cardamomo, un bar de copas, es algo así como Las Ventas del flamenquito o el Bernabéu de las barras de los gitanos finos de la ciudad, esa «tribu de las pupilas incendiadas», según acuñación de Baudelaire, que era un gitanazo de buhardilla parisina. La calle ... Echegaray, donde queda el sitio, fue antaño una calle de trasnochadoras con tarifa y ahora es un cruce de hostales añejos y garitos raciales donde les da el alba a japonesas que se colocan con la bulería y a bailaores de Vallecas que siempre tienen la noche pendiente, aunque la noche se acabe.

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