Cuatro horas para opositar y casarse

« Me siento discriminada », manifestaba ayer a ABC. «Se va a permitir, porque la ley les ampara, que dos enfermeras de confesión evangélica y una judia se examinen con el ocaso y de madrugada porque no pueden opositar en sábado. ¿Y yo? A mí me ampara la Constitución: todos somos iguales ante la ley».

Blanca no está enfadada . Ya pasó. Tampoco le queda otro remedio. Es más, ha estudiado suficiente y cree que aprobará la oposición. « La boda será preciosa y divertida. Como nos casamos por lo civil, el Ayuntamiento nos ha permitido cambiar la hora. En lugar de las doce y media será a las dos y media . Es de agradecer».

En la invitación, —una simpática entrada a un concierto de rock—, sigue la hora pensada en principio. «No hemos hecho nuevas pero hemos estado avisando por teléfono», dice esta joven que trabaja como interina en las Urgencias del Hospital Severo Ochoa .

Oposición y enlace. Además, Blanca y Dani , su pareja, tienen dos hijos de 7 y 3 años. Ni por asomo está nerviosa con tantos cabos que atar.

Blanca se duchará a las 7 de la mañana. A las 7:45 ha quedado con el peluquero. A las 9:15 su padre la lleva al examen, en el campus de Cantoblanco de la Universidd Autónoma. Están citados a las 10:00 pero no comienza hasta casi las 10:45. «Procuraré terminar cuanto antes», dice. Y saldrá pitando porque la espera la maquilladora. Después, a ponerse el traje en casa de sus padres, en Madrid capital, y rápido para Alcorcón , a contraer matrimonio con su pareja de hace 17 años. Habrá que encomendarse a lo de «madre, vísteme despacio que voy con prisa».