De «botellón» en el Metro de Madrid
Los vagones del suburbano son utilizados, ante las miradas atónitas y la indignación de otros usuarios, como «botellódromo» las noches de fin de semana. Pasen y vean
s. l.
Cada vez son más los jóvenes que han encontrado en el suburbano madrileño un aliado en su «cruzada» particular contra el Ayuntamiento por hacer «botellón».
Desde que el Consistorio de Ana Botella aumentase la presión sobre los jóvenes, que cada fin de semana campaban a ... sus anchas haciendo «botellón» por la ciudad, éstos se han «trasladado» al Metro para eludir a la Policía Municipal y las temidas multas, que pueden llegar a los 600 euros.
El «metro-botellón», como lo llaman muchos, convoca cada fin de semana, para desesperación de la seguridad del suburbano, a cientos de jóvenes que, bolsas en mano, beben animadamente en los andenes y en los vagones. Una estampa cada vez más frecuente y que se consolida en los meses de invierno, cuando las bajas temperaturas hacen mella en ellos y se «repliegan» al calor del metro.
Entre las líneas más afectadas, están la 6, por ser paso obligado entre Ciudad Universitaria y Moncloa; la 10, por concectar diversas zonas de ocio del centro; y la 6. Un espectáculo dantesco que acaba con los vagones llenos de bolsas, botellas, vasos y suelos pegajosos, fruto de los cubatas caídos y los hielos derretidos.
El principal problema al que se enfrentan los servicios de seguridad de Metro de Madrid es la escasez de recursos legales con los que cuentan, ya que únicamente puede «invitar» a los jóvenes a abandonar sus instalaciones.
Una moda, la del «metro-botellón», que los jóvenes españoles han exportado a otras ciudades, como a París, donde los jóvenes invaden los vagones del suburbano una vez al mes en su particular «botellón».
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