El empresario quiso meter a 8.000 jóvenes en La Cubierta

El asunto de la controvertida plaza de toros de la localidad va a más. El 1 de julio de 2013, ocho meses después de la tragedia del Madrid Arena, Flores le dice a un desconocido: «Tengo una buena sala para Madrid». Cuando su interlocutor le pregunta cuál, el empresario responde: «Prefiero verte. ¿Sabes que La Cubierta ha abierto? Han quitado el precinto y está abierta». Se muestra lacónico, pues sospecha que le están grabando. Es más, cuando su amigo le pregunta «cómo va lo tuyo», Flores responde: «Pues nada, tirando, lo quieren cerrar en julio, pero no creo. No es algo de contar por teléfono; no tengo nada que ocultar, pero ya te contaré».

Pero los negocios en Leganés ya habían empezado semanas antes a fraguarse. De hecho, el 10 de junio, una empleada de La Cubierta llama a Gemma Aznal, de la empresa de Flores, para preguntarle por la duración y el aforo de la macrofiesta que están proyectando.

«Serán ocho horas, pero ponlo en general, que sería de 11 de la noche a 6 de la mañana», dice Gemma. La charla continúa sobre el personal de seguridad que deben contratar y la evacuación. «Estoy haciendo un cálculo aproximado para cubrir todo, que va a haber aforo completo, de 7.000 u 8.000 personas», dice la mujer de La Cubierta.