«El beso del sueño» resurge en verano en las zonas de copas del Centro
Todos los fines de semana media docena de sujetos narcotizan a sus ligues en Centro. Al despertar, les han robado y, a veces, agredido sexualmente
«El beso del sueño» resurge en verano en las zonas de copas del Centro
«Despertó sentada en un banco de la Gran Vía. Le faltaba el móvil, la cartera y los objetos de valor que llevaba. No recordaba absolutamente nada. La última imagen que tenía en su memoria era que había estado esa noche en un bar con ... un hombre atractivo tomando una copa. Después, había pasado cuatro o cinco horas en blanco, sin saber qué había sucedido, dónde había estado y si había mantenido relaciones sexuales».
Éste es solo un ejemplo de cómo actúan los delincuentes especializados en robar a sus víctimas utilizando el método «del beso del sueño» . Este sistema consiste en diluir narcóticos en las bebidas de las víctimas. Éstas entran enseguida en un estado de gran somnolencia, circunstancia que aprovechan para robarles. Se trata de un delito que resurge en verano en las zonas de copas que se concentran en el Centro de la capital, informan fuentes policiales expertas en este tipo de modalidad delictiva.
Estos casos que comienzan en el propio pub o discoteca, acaban con el «perjudicado» en el mismo establecimiento, abandonado en la vía pública, en un lugar apartado o en su propia vivienda a la han acudido de forma voluntaria para «tomar la última».
En los domicilios, los afectados, al levantarse, somnolientos, aturdidos, y con un enorme vacío mental, comprueban que les han desvalijado la casa. Les han sustraído dinero, tarjetas, tabletas, móviles, iPhones, portátiles, plasmas, joyas, relojes... Arramplan con todo lo que pueden y que sea fácil de transportar. Como mucho, son media docena de individuos, atractivos y con labia, de diversas nacionalidades, que se dedican a captar, tanto a hombres como mujeres.
Los «cazadores» suelen ser sudamericanos y Europa del este
Eligen siempre los fines de semana y las concurridas y abundantes zonas de ocio del distrito Centro para ir a la «caza» de sus presas. Entre ellas se encuentran Malasaña, Chueca, Tribunal y las áreas que conducen hasta la Gran Vía. Además, Alonso Martínez y su entorno, la zona de Conde Duque, Huertas y Sol. Los ladrones que utilizan este método de seducción son de origen sudamericano —cubanos, brasileños y venezolanos— y del este de Europa —rumanos, en concreto—, además de algún español.
Los rumanos, que ejercen de chaperos habitualmente, se mueven sólo en locales de ambiente en busca de gais treintañeros. Sin embargo, los suramericanos coquetean siempre con mujeres de unos 20 años.
Han causado muertes
En ambos casos, intentan ligar, y con la excusa de tomar algo y el gancho de mantener relaciones, en un descuido les introducen en el vaso narcóticos: benzodiazepinas y sus derivados: Rohipnol, Roche, etc. Son psicotrópicos que actúan sobre el sistema nervioso central, ralentizándolo, y producen efectos sedantes, hipnóticos, ansiolíticos, amnésicos y relajación muscular. Justo lo que buscan para facilitarles el «trabajo». «Los narcóticos reducen el ritmo cardíaco y, si se pasan de la dosis o el afectado tiene algún problema cardíaco, provocan la muerte», aseveran. En 2009 hubo dos porque a alguien se le fue la mano; entonces las autoras fueron mujeres.
Los sedantes son más difíciles de conseguir que las drogas
Las dosis las calculan en función del sexo, el peso y la altura de las víctimas. Las cantidades que les suministran al individuo son tan grandes, que en 10 minutos se quedan dormidos. La mezcla con el alcohol es peligrosa porque, además de que el sedante anula la voluntad, la combinación de ambas sustancias altera la percepción del espacio, tiempo y distancia. Los sedantes los adquieren en el mercado negro y son más difíciles de conseguir que las drogas, apuntan las mismas fuentes.
Si los hechos suceden en un local suelen pasar desapercibidos. Si alguien ve a la víctima aturdida o adormecida, piensa que está borracha o ha tomado drogas. «Estos casos son habituales a lo largo del año, pero con el buen tiempo y las vacaciones, la gente sale más a la calle y está más abierta a tener contactos sexuales, por lo que se produce un repunte. Es rara la semana que no hay una o dos denuncias», afirman.
Ver comentarios