La capilla del «¡No nos moverán!»

El cierre de la actual capilla no es nada nuevo. Desde hace un año y medio, la Facultad y el Arzobispado mantienen conversaciones para trasladar el templo, pues desde Geografía e Historia sostienen que necesitan el espacio para convertirlo en un aula para más de cien alumnos y para ampliar el Museo de Antropología de América.

El revuelo generalizado ante la decisión del decano, Luis Otero, de cambiar la cerradura y hasta apostar dos guardias de seguridad a las puertas de la capilla ha servido, eso sí, para que la Universidad amplie de una a cinco las posibles nuevas ubicaciones para el oratorio. Todas ellas consideradas, de momento, «no dignas» por el Arzobispado.

La lucha por mantener la actual capilla ha aglutinado a un variopinto grupo de personas. Lo que en un principio fue una «acampada» de jóvenes estudiantes católicos para impedir el traslado acabó ayer en una concentración ante las puertas de la facultad convocada por el colectivo MasLibres. De las más de 30 personas que pasaron la madrugada del lunes en vigilia para «proteger su capilla», el número ha ido reduciéndose hasta tan solo ocho en la del jueves.

Una amalgama de intereses y actitudes que ha juntado, no siempre en armonía, a jóvenes católicos y a algunos miembros del partido ultra Alternativa Española o al colectivo Hazte Oír. Las diferencias entre los distintos grupos han sido tales, que algunos jóvenes de Nuevas Generaciones que acudieron a apoyar a los allí convocados acabaron yéndose ante la deriva extremista que estaba tomando la situación.

Paralelamente, entre los allí congregados, empezó a cernirse el temor de que los grupos de extrema izquierda que tan cómodamente se mueven en Ciudad Universitaria hicieran acto de presencia. Pero apenas aparecieron vía Twitter.

Ayer por la mañana, una hora antes de la concentración frente a las puertas de la Facultad que congregó a unas cien personas para exigir la reapertura de la capilla y la dimisión de Otero, la Asociación Española de Abogados Cristianos interpuso una querella contra el rector José Carillo y el decano por un presunto delito de coacciones y contra la libertad religiosa. Ante estas acusaciones, Carrillo denunció que ha sufrido amenazas de muerte y recordó que en la UCM hay diversidad de religiones, e incluso que estudia ceder un aula a estudiantes musulmanes para celebrar sus cultos.

«La Universidad y la Facultad están teniendo más paciencia que el Santo Job», explicaba a ABC el decano Luis Otero, quien desde un principio advirtió que las obras de remodelación y traslado deberían haber empezado el 15 de julio.

Los acampados seguirán allí todo el fin de semana a la espera de que el lunes se produzca el cierre definitivo de la capilla y su traslado, o no, a otra ubicación.