Una «milla de oro» en la T4 de Barajas
La Terminal 4 ha sufrido una auténtica revolución comercial con la llegada de 69 tiendas de alta gama
MARÍA ISABEL SERRANO
Te reciben con un ¡¡¡hola!!! atronador que no esperas. A viva voz. Algunos pasajeros se asustan. Pero cuando comprueban que son unos jóvenes del Instituto de Cine de Madrid , vestidos de fiesta, que quieren felicitarte la Navidad, se sorprenden agradablemente. «Queremos sacar una sonrisa ... a la gente», nos dicen Alberto e Íñigo, dos de los alumnos. En cuanto miramos al frente, un «¡no puede ser!». Entramos a la zona de embarque.
Hay una tienda «duty free» que provoca temblores a la Visa. Inmensa y llena de «delicattesen». Restaurantes de alta gama, italianos, de hamburguesas, comida ecológica, helados, yogures, fruta fresca y unos bocadillos hechos para ese día que entran más por los ojos. Oye, que no vayan envueltos en plástico se agradece.
La T4 del Aeropuerto de Barajas está inmersa en una remodelación comercial y de imagen sin precedentes. El «Satélite», también. Al final del proyecto habrá más de 25.000 metros cuadrados para restauración (en todas sus variedades, e incluso con estrellas Michelin, como Kabuki), las grandes marcas, tiendas «duty free»...
La moda personalizada
La moda y los complementos —el MAD Fashion HUB— para la compra especializada, personalizada. Por aquí andarán, entre otros, Carolina Herrera, Salvatore Ferragano, La Perla, Victoria’s Secret, Bulgari, Zara, Massimo Dutty y Uterqüe, las tres últimas de Inditex .
Para llevar a cabo esta remodelación, AENA se puso en contacto con los arquitectos de la T4, Estudio Lamela. Y a ellos se les ocurrió una idea que, al decir de los trabajadores del aeropuerto, «es muy buena». Consiste en repartir el espacio e ir creando «plaza» en el centro de los corredores de la terminal. Lo novedoso es que todo coincida con el color de las arcadas y de las vigas del techo. La paleta de colores va del amarillo (color caliente) hasta llegar al añil (color frío).
En lo ya hecho —se ha empezado por el amarillo— se han logrado espacios únicos. En cada plaza, se han diseñado zonas para ejecutivos (que tienen enchufes para acceder a las redes sociales); también para turistas (que van el tiempo justito y solo quieren tomarse un bocadillo tranquilo) y, por último, está el espacio de familias. Ahí se han colocado juegos infantiles y se puede dar de comer, si se quiere, a los bebés. Los paneles sobre las incidencias del vuelo que se van a coger están bien repartidas por cualquier zona.
Inspirado en el Metro
Pablo de Santiago, representante de World duty free Group , contaba a ABC que su presencia en el Aeropuerto de Barajas abarca unos 13.000 metros cuadrados distribuidos en 29 tiendas, llamadas «de pasante» o «walkthroghs». Son los pioneros en este tipo de establecimientos. También tienen otra «duty free» en el «satélite» de la T4.
«Los espacios de Barajas –dice Pablo de Santiago– están inspirados en el Metro y en las luces de neón de distintos colores distribuidos por las tiendas. El objetivo es representar las distintas líneas de Metro. «Queremos facilitar al pasajero la comodidad y hacer los lugares de embarque más visibles», apunta.Ahí están las mejores firmas de alta perfumería, como La Prairie, donde también se ofrecen promociones y tratamientos de belleza. Pero la mejor promoción para el pasajero es que si compra más de 130 euros tiene un descuento del 30%; por debajo de esa compra, el descuento es del 20%.
«Para generar mejor experiencia en nuestras tiendas contamos con una plantilla de casi 600 empleados. Todos ellos son capaces, como mínimo, de atender a los viajeros en dos idiomas. Los estudiantes de cine que animan a la entrada, son nuestros», concluye Pablo de Santiago.
En una «estrella» Michelin
Al final, la remodelación comercial de la T4 de Barajas ocupará 17.639 metros cuadrados de esa terminal y otros 7.861 en la «satélite». Pasará de los 4.600 a los 4.800 puestos de trabajo, hasta los 5.600 empleos asociados, un 20% más de empleos en las concesiones.
Óscar, maitre de Kabuki —un local con estrella Michelin—, nos dice: «Damos un servicio de gran calidad en 20 minutos. Sentados, en esos 20 minutos se come. Con tranquilidad».
Esto es un gustazo teniendo en cuenta que desde que se entra a la zona de embarque, el pasajero dispone de una media de 45 minutos hasta que sube al avión. Si gasta esos 20 minutos en cualquier restaurante de calidad, le queda una media de 25 para compras o lectura.
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