Especialmente crítico es en los casos de menores que ni siquiera han alcanzado la pubertad, ya que ven como un juego sin importancia (aunque tenga un premio económico detrás) tener un décimo en sus manos y mirar si les toca o no.
También están los adolescentes que, ya rozando la mayoría de edad, tienen en las apuestas uno de sus entretenimientos favoritos, por lo que contar con uno o varios décimos es algo que incluso ven de lo más natural. Es en este grupo de población donde más problemas de adicción al juego se está viviendo en los últimos años, debido a los premios obtenidos en los videojuegos, la proliferación de casas de apuestas en los barrios y demás situaciones análogas.
Sin embargo, la norma es clara y no cabe lugar a interpretaciones. Según la Ley 13/2011, de 27 de mayo, de regulación del juego, los menores de edad tienen prohibido comprar y cobrar décimos de la Lotería, sea tanto de Navidad, del Niño o los ordinarios semanales. Con una normativa similar a la venta de alcohol y tabaco, los menores de 18 años no podrán participar en ningún caso, salvo que simplemente vayan como acompañantes de sus tutores legales o adultos autorizados.
Las administraciones de Lotería y puntos de venta autorizados tampoco pueden hacer la vista gorda. Se considera que vender décimos a un menor es una «infracción grave siempre que la entidad explotadora de juegos conozca o deba conocer la concurrencia de tales prohibiciones», así como «no informar debidamente al público de la prohibición de participar a los menores de 18 años», aunque en este caso baja a infracción leve.
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