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Lotería de Navidad

Lotería de Navidad: el año en el que Hacienda se llevó el Gordo

Los treinta millones de pesetas del número 24.717 fueron a parar al Estado en 1931

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Los periodistas entrevistan al ministro de Hacienda, Jaime Carner, el hombre afortunado de 1931 ABC
Mónica Arrizabalaga

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Es sabido por todos que Hacienda se lleva un buen pellizco de los premios de la Lotería de Navidad ya que el 20% de los premios superiores a 2.500 euros van a parar a las arcas públicas, pero hubo un año en el que el Estado dio la campanada .

En la Casa de la Moneda, donde se desarrollaba el Sorteo de Navidad, la gente se mostraba impaciente aquel 22 de diciembre de 1931 . Ya habían salido los principales premios, pero faltaba el mayor de todos, que se estaba haciendo de rogar. «Pero, ¡canastos! ¿qué le pasa al Gordo, que no sale? », se preguntaban viendo que en el bombo de los premios apenas quedaban bolas. Solo faltaban unas treinta bolas, quizá menos. Otra vuelta al bombo. La expectación era máxima, pero la cantinela de las 10.000 pesetas continuaba, hasta que de repente, a las once y media de la mañana, salió el «¡ 24.717 !» y Juan Chillida gritó con el característico soniquete de los niños de San Ildefonso: «Quince millones de pesetas» .

El salón de la Casa de la Moneda, en el momento de comenzar el Sorteo de la Lotería de Navidad, de 1931 ABC

Por fin el Gordo tan esperado hacía su aparición estelar. ¿Quiénes serían los afortunados? La sala abarrotada y quienes seguían el Sorteo por la radio aguardaron unos instantes a que se cantara el nombre de la localidad afortunada. Entonces se escuchó una voz: «¡Oído a la caja! El 24.717, ¡¡¡a la reserva!!!» . El número no se había vendido y el Gordo de la Lotería de Navidad -dos series que en total sumaban 30 millones de pesetas - fueron para la Hacienda Pública.

La portada de ABC el 23 de diciembre de 1931

El público, que se había incorporado con el canto del primer premio, cayó decepcionado en sus asientos dejando escapar alguna que otra ahogada queja. Otros se lamentaban a viva voz: « ¡Fuera! ¡No vale! ¡No hay derecho! Esto es cosa de Azaña, que los manda a la reserva. ¡Vaya un negocio el del Estado! ¡Como si no tuviera bastante!». El cronista de ABC que recogió el enojo popular también apuntó que en la lejanía, el rostro enigmático de Jaime Carner Romeu , ministro de Hacienda, sonreía misteriosamente ante el inesperado ingreso de 30 millones de pesetas que iban a enjugar en buena parte el déficit de Hacienda con el Sorteo. El Estado había presupuestado 435 millones, pero apenas recaudó 409 con la venta de billetes y jugaba en su propia Lotería de Navidad por más de 25 millones de pesetas, en décimos no vendidos. De ahí que el redactor sentenciara en su crónica: «No cabe duda que este año la Lotería ha venido a remediar a un jugador modesto y de los más necesitados».

Mientras que la muchedumbre que había seguido el Sorteo por los cartelones de la Puerta del Sol se retiraba cariacontecida, entre quejas («¡Ni que fua militar pa irse a la Reserva! ¡Que le den dos duros!), los periodistas visitaban al ministro de Hacienda , que venía a ser el hombre afortunado en 1931. Aunque solo fuera porque el Tesoro ya no tenía que pagar esos 30 millones de pesetas. «España necesita muchos millones y yo he venido a este cargo a luchar por conseguirlos, a restringir los gastos y aumentar los ingresos», dijo Carner a los informadores.

El político había tomado posesión del cargo de ministro de Hacienda durante la presidencia de Manuel Azaña en la II República hacía apenas unos días y su fortuna estaba suscitando comentarios en Barcelona que Carner quiso atajar: «Lo único que quizá podrán decir es que soy un hombre de suerte ».

Aquella fue la primera vez, y al parecer la única, que el premio Gordo de la Lotería de Navidad correspondió a un número que el Estado no vendió. En todos los sorteos se devuelven billetes no vendidos a la Dirección General de Loterías (en 1931 fueron 10.000 billetes), pero nunca había sido uno de ellos el extraído del bombo con el premio mayor.

El billete del número 24.717 no llegó a salir de la sección de Loterías de la Dirección del Tesoro. No era de los números fijos en ninguna administración ni estaba abonado en otros sorteos. Era un billete móvil, de los que se remiten a una u otra provincia según las demandas y que no fue solicitado por ninguna. Ese consuelo quedó a quienes compraron aquel año algún décimo de la Lotería de Navidad. « Era imposible que le tocara a nadie », decía ABC porque desde el primer momento quedó en la reserva en sus dos series.

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