Así es Doña Manolita, la administración de lotería con más suerte

Es el despacho que más vende de todo el país y, en consecuencia, el que más premios reparte. Hasta la fecha, ha dado 81 Gordos y da salida a 80 millones de décimos al año . Por ello, las colas son una de sus señas de identidad en esta época prenavideña y se han convertido en una tradición. La espera puede durar horas que el público, armado de paciencia, da por bien empleadas. Este año, quizá, por la pandemia del coronavius y la obligada distancia social habrá menos.

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La famosa lotera se llamaba Manuela de Pablo (1879-1951) y, junto a sus tres hermanas, fundó la administración: la número 67 de la capital. Corría el año 1904 y ella todavía no era doña, sino una señorita simpática y atractiva, con buenas artes y salero para vender y atraer a la clientela. Mientras su éxito entre los estudiantes universitarios crecía, por su proximidad al Paraninfo de la Universidad Central de Madrid - que después sería llamada Complutense- situado entonces en la calle de San Bernardo, la misma en donde estaba su establecimiento. Ahí, los estudiantes adquirían los décimos de lotería que les encargaban sus familias y que llevaban a sus casas cuando, como el turrón, regresaban por Navidad, muchos de los cuales resultaban premiados.

Sin embargo, la fortuna en los primeros años le fue esquiva, según han narrado en su entorno. Manuela no se rindió. Decidió emprender un viaje y poner rumbo a Zaragoza en busca de que el azar acompañase a su negocio familiar. Corría el año 1926. Cuentan en su entorno que se dirigió a la Basílica del Pilar y pasó varios décimos por el manto de la Virgen, que era de color rojo, símbolo de la fortuna. Y esta le sonrío. Ese año repartió el Gordo de la Lotería de Navidad. Desde entonces, no ha dejado de repartir ese y otros premios. Por ello, su fama se fue extendiendo no solo por Madrid, sino por toda España y el extranjero, al igual que sus ventas, que no dejaron de crecer, especialmente desde el verano, cuando salen a la venta los décimos de Navidad.

Otra leyenda dice que Manolita vendió su alma al diablo para lograr fortuna en la tierra. «Cuando estire la pata, tendré que pagar por ello»; así lo explicaba ella misma en la revista Crónica en 1930.

Doña Manolita nunca ha abandonado el centro de Madrid. En 1931, se trasladó a la Puerta del Sol esquina a la calle del Arenal y también vendía en la Gran Vía. No cerró al público durante la Guerra Civil. La administración aguantó como pudo los bombardeos y sufrió los destrozos de los obuses que destrozaron los escaparates. La clientela escasó en aquel cruento 1937 y apenas llegó al 10%. Pero ahí estuvo ella, al pie del cañón.

Sin descendencia, tras su muerte a los 72 años, el negocio pasó a regentarlo una de sus hermanas, Carmen, con el nombre de Hermana de Doña Manolita y después lo heredó el hijo de ésta. En 1987 la administración fue vendida a otra familia y en 2011 abandonó 80 años después la Gran Vía 80 para mudarse a la cercana calle del Carmen, donde permanece con la misma buena estrella de siempre.

Tal es así que en 2018 agotó, por primera vez en la historia, sus décimos propios la víspera del sorteo de la Lotería de Navidad . Y en 2017 batió el récord de premios repartidos por una administración. La fama de esta mujer luchadora y considera pionera en su época ha hecho que su nombre haya sido incluido en obras literarias y canciones de artistas de épocas tan distintas como Concha Piquer, en el tema «Mañana sale» (1958) o Joaquín Sabina , en su tema «A la sombra de un león» (1986).

Sea como fuere, Doña Manolita nunca defrauda y sigue repartiendo millones incluso después de muerta.