artes&letras

Un muy hábil decir poético

El poeta toledano presenta su último poemario «Bocas»

Un muy hábil decir poético AMANDA MAROTO

por amador palacios

Cada vez que Jesús Maroto ofrece una nueva entrega poética, surge una unánimemente sensación resumida en el prólogo de Bocas , tan agradablemente editado, en el que el prologuista José Ángel García pone por delante que Jesús Maroto , ya en su haber ... una decena de libros, es «poseedor de un agudo y hábil decir» y de «un más que honesto sentir poético» , revelando precisamente el dilema de la sensación reflexiva aunada en la viveza de un habla lírica impulsada como un vigoroso eco; eco muy resonante que, aún así, se muestra en ocasiones pianísimamente musitado desde una más que fértil concepción. El lenguaje poético de Jesús Maroto, construido por esa exigente estructura dotada de tan diáfana sencillez, sin dejar de establecer la firmeza de su propiedad poética no por eso abjura de ser funcionalmente una expresión conversacional elevándose en un eficaz acto comunicativo que proyecta con la máxima fluidez experiencia y conocimiento. Uno de los elementos más atractivos de la poesía de Jesús Maroto es la capacidad respiratoria que exhalan sus versos contenidos en breves cláusulas, dúctiles, maleables; capacidad respiratoria mucho más ventajosa que los ritmos canónicos, convencionales, conjuntada por esas pausas y silencios que completan, aquilatándolo, el mejor arte de la escritura, como es el caso. Esos alientos respiratorios de su poesía se manifiestan tan naturales, que nos pudiéramos llevar a engaño y creer que sus composiciones son productos basados en una ejecutoria improvisada y espontánea. Muy al contrario, hay en esas piezas ceñidas, ahormadas en su tan personal y originalísimo estilo, un quehacer sumamente minucioso de una muy trabajada orfebrería verbal.

Al entrar en Bocas, el lector va vislumbrando esos elementos fundamentales erigiéndose en una rica panoplia de constantes expandidas como enseñas . Imaginación poética de Jesús Maroto estableciendo esa autónoma realidad que otorga plena identidad al poema: «De tu boca a la mía / puede que medie / un solo beso / que nunca podré dar». Esta aparente imposibilidad es un hecho del mundo, pero la realidad que se adueña del decir de esta breve composición es infinitamente más amplia que el mundo. Extensión virtual que equivale a la magia del buen poema. Juegan también en Bocas ambivalencias, escepticismos, enunciaciones sorpresivas, «son tan ambiguos / los sentimientos»… Su narración está plagada de recursos enfáticos como ejes de un diálogo implícito, observándose también, de modo intermitente, una decantación metalingüística en algunos de los textos del libro , bien detallando el proceso del poema haciéndose: «Cuando corrijo, reescribo. / Les hago la cirugía estética. // Pero cuando rompo, / rompo de verdad»., bien diseñando irónicamente una mimesis periodística, un arrojo poético a través de cual el poeta se siente, diríamos, entrevistado por el mundo: «Quien quiera saber / cómo escribo / lo que escribo/ que pregunte». Y en todo momento dando cuenta de esos avisos y esas huellas de la experiencia, frágiles e indecibles: «A la boca / del poeta / acuden / multitud / de besos relámpago. // Ninguno se va. / Ninguno se queda».

El poeta parece asentir en el silencio y la contemplación situados por encima de la elocuencia engañosa de las palabras, mejorando la debida tensión del resultado : «Mi boca es un lago. / ¿Por qué molestar / a las palabras? // Escucho / lo que dice el agua». José Ángel García ya avisa claramente de la impronta amorosa que domina el discurso de Bocas. Expresión sustentada en un ideal silencioso y altamente versátil y locuaz: «De / tu boca / el maná / que / milagrosamente / cae sobre mí / cuando callada me hablas».

«Veo / el porvenir / como un inmenso / jardín (desolado) / en el que / las estatuas / hablan entre sí». La delicada concisión de este poema establece un auténtico reino de la imagen, que nos hace recordar el dictamen del surrealista André Breton, en el sentido de definir la imaginación (cúmulo de la imagen) como un «anticipar lo que será». A propósito de esta frase, nuestro Juan Eduardo Cirlot, en su opúsculo La imagen surrealista , aclara que esta sentencia significa «liberar la tensión del ánimo mediante la formulación de un sistema figurativo, suerte de microcosmos integral y cerrado», que casualmente es lo que, cabalmente, representa el poema.

Un muy hábil decir poético

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