Hiriko, unos números de escándalo
Millones en ayudas públicas para un coche eléctrico han servido para pagar sueldos de 26.000 euros mensuales y autoalquileres de 327.000
ALBERTO AYALA
El sueño automovilístico que el PNV diseñó hace unos pocos años para Álava ha terminado en el banquillo de los acusados. El martes 22 quedó visto para sentencia el juicio para dirimir si la quiebra de una de las aventuras que impulsaron los jeltzales –la ... empresa Epsilon Euskadi– se hizo o no conforme a lo que establece la ley.
Si la juez de lo mercantil atiende a lo expuesto en la vista oral por la Fiscalía, la Abogacía del Estado y la administración concursal, que tuvieron durísimas palabras contra quienes concibieron –el Gobierno de Ibarretxe– y desarrollaron el proyecto, Joan Villadelprat, máximo responsable de la firma, puede terminar inhabilitado por un buen periodo de tiempo. Eso, por un lado.
El fiscal jefe de Álava, Iosu Izaguirre, tiene abiertas diligencias penales contra él y contra quien fue uno de sus más directos colaboradores, Mark Phillip Payne, por la presunta comisión de un delito de alzamiento de bienes. Ambos declararán como imputados el 22 de noviembre próximo en Vitoria.
El globo económico-político-deportivo que el PNV empezó a hinchar hace una década tenía tres patas. La primera era Epsilon, o el anhelo de contar con un monoplaza 'made in Euskadi' que compitiera con Ferrari, Red Bull o McLaren en el gran circo de la Fórmula 1. La segunda era Hiriko, el proyecto para hacer un coche eléctrico urbano. Cerraba el círculo Arakamendi, un parque del motor en el extrarradio de Vitoria. Eso sí, no en cualquier finca de la inmensa y semivacía llanada; tenía que ser en terrenos de la base militar de Araka.
De tres, cero
De tres, cero. Tanto Epsilon como Hiriko como Arakamendi son, a día de hoy, pasado. Un pasado más bien lamentable en algunos casos, que sorprende que los partidos no hayan tenido el más mínimo deseo de indagar; sobre todo, por las ingentes cantidades de dinero público que se han tragado.
Así, el parque del motor no pasó nunca de ser más que un colorido folleto electoral en rojo, verde y blanco. Epsilon ha derivado de sueño en una pesadilla empresarial que ha consumido la friolera de 45 millones de euros –casi 7.600 millones de las antiguas pesetas– en ayudas y subvenciones públicas, cantidad de la que aún está por ver qué se puede recuperar. Hiriko acaba de despedir a los aproximadamente 25 técnicos que trabajaban en el proyecto y ha echado también la persiana.
Pocas iniciativas empresariales habrán gozado de más publicidad en los últimos años en Euskadi que el coche eléctrico. Y menos aún habrán tenido unos impulsores de tanta, digamos, notoriedad. De una parte, un conocido grupo de empresarios alaveses reunido en Afypaida inicialmente para promover un circuito de carreras, una vieja idea de la extinta Unidad Alavesa que, como tantos otros proyectos en este territorio, nunca se llevó a efecto. De otra, un centro de innovación con sede en Bermeo, denominado Denokinn, que en este momento tiene proyectos en marcha en Zierbena, Santurtzi y Barakaldo.
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