Mató al indigente a patadas por no darle parte de una limosna

La reconstrucción policial de los hechos es la siguiente. En la zona donde ocurrió todo se reúnen grupos de mendigos para pernoctar. Uno de ellos, Florin Voina, de 38 años y con diez reseñas policiales y seis detenciones -por hurto, lesiones, amenazas, atracos, allanamiento...-, se muestra especialmente violento con sus compañeros. A algunos de ellos ha llegado a agredirlos con anterioridad. Ejerce la ley del más fuerte y la del miedo. Les obliga a que paguen una especie de «impuesto revolucionario»: deben darle parte de lo que sacan pidiendo limosnas en las puertas de las iglesias y otros lugares.

«Te voy a matar»

Pero llegó un momento en que Silviu dijo «basta». Y Florin, presuntamente, se la juró:«Te voy a matar». Los problemas entre ambos se remontaban a más de año y medio. Hasta que la madrugada del miércoles, sobre las dos, se desencadenó la tragedia. Según explicó otro indigente, único testigo de los hechos, Florin se ensañó con Silviu de una manera salvaje. Ambos estaban hasta arriba de vodka. «Le dio puñetazos, rodillazos en el pecho y corría para saltar sobre él», relataría a la Policía Nacional.

Como adelantó ayer ABC, el testigo avisó a un jardinero, que dio parte al Samur-Protección Civil. Pero la víctima se negó a que le trasladaran a ningún sitio y echó a los médicos con cajas destempladas, indicaron fuentes del caso.

Hasta que a las nueve y media de la mañana, una vecina del barrio que paseaba a su perro se percató de que, entre cartones, yacía malherido el mendigo. Avisó a los servicios de emergencia, que no pudieron más que certificar el óbito. El cuerpo presentaba numerosos hematomas en cara y tórax. Su supuesto homicida había puesto tierra de por medio.

La Policía no estaba por completo segura de que aquello fuera una muerte violenta, habida cuenta de que hasta que no estuviera la autopsia no se sabría con total certeza que los golpes que presentaba el cadáver no eran de otra riña anterior. Cabía la posibilidad de que, fruto de la borrachera, Silviu hubiese perdido el conocimiento y se golpeara mortalmente en la cabeza.

Pero el testimonio del tercer indigente arrojó luz sobre el asunto y se dispuso un dispositivo de vigilancia en las estaciones de Atocha y Méndez Álvaro. En esta última fue localizado por agentes de la comisaría de Arganzuela el sospechoso. Se había duchado, cambiado de ropa e incluso afeitado, para pasar desapercibido. Se le informó de que estaba acusado de homicidio, a lo que respondió:«Yo no he matado a nadie, sólo le he pegado».