Un órgano del siglo XVIII en la única iglesia de la Gran Vía
El Oratorio de Caballero de Gracia, en el corazón de Madrid, ha completado sus tesoros con un órgano delsiglo XVIII adquirido por internet
sara medialdea
Un anuncio en internet llevó al organero holandés Gerard de Graaf y al arquitecto José Sancho hasta un taller de los Países Bajos. Allí, guardado en varias cajas, se encontraba un maravilloso órgano construido prácticamente en las mismas fechas en que a miles de kilómetros, ... en Madrid, se terminaba el Oratorio de Caballero de Gracia. Tras varias gestiones y no pocos meses de trabajo, el órgano está ahora asentado en el interior del templo, y suena una vez por semana en los llamados Jueves Eucarísticos.
El Oratorio de Caballero de Gracia comenzó a construirse en 1782, por Juan de Villanueva, aunque abandonó las obras en 1794 por desavenencias con la Congregación. En 1930 se instaló un primer órgano, construido por Puignau y Olaciergui, que fue retirado del coro en 1975. Se intentó su restauración, pero no era económicamente viable.
Fue entonces cuando la cibernética se alió con el rector del Oratorio, Juan Moya, deseoso de mantener el espíritu del Caballero de Gracia, Jacobo de Gratiis, partidario de mejorar la dignidad del culto también mediante la música. Iniciaron la búsqueda de otro órgano, y surgió esta joya, construido en 1790 y procedente de una iglesia alemana demolida en 2003, que desde entonces estaba desmontado y guardado en varias cajas en el taller de un organero holandés.
De Graaf y Sancho iniciaron las gestiones para hacerse con esta pieza única. Primer obstáculo: su precio, y la falta de fondos con que contaba el templo. En las negociaciones con el organista, consiguieron rebajar el precio de salida en 15.000 euros. Y la colaboración privada hizo el resto:las contribuciones de las fundaciones Marcelino Botín, Telefónica, Mapfre y BBVA, una mecenas particular y las pequeñas aportaciones de los fieles lograron reunir los 200.000 euros necesarios para comprarlo, restaurarlo y montarlo en el Oratorio.
Las cajas, en un camión
Las cajas se trajeron a Madrid en un camión. «Cuando fuimos a por él, nos quedamos bloqueados en el aeropuerto. estaba todo nevado», recuerda José Sancho. Y aquí comenzó la segunda parte de esta aventura: montar de nuevo el órgano, reconstruir las piezas que le faltaban y restaurarlo para que recuperara su sonoridad original. De todo ello se encargó, durante seis meses, el organero Luis Magaz, un veterano en estas lides que comenzó su trayectoria profesional mucha décadas antes, con 17 años, en el taller de Gerard de Graaf.
Magaz se apoyó en el trabajo de otras seis personas para completar este «puzzle»: su esposa Blanca Monzú, Dolores Zumel, Ana Sánchez, Itziar Romeu, Javier Reyes y Jorge Sepúlveda. El organero restauró la caja y le añadió un pedal para poder tocar a Bach. Los tubos del órgano son los originales, de plomo con mucho peso para las tonalidades más dulces, y de estaño los más ricos. Tiene un doble teclado, y una completa paleta de registros, que incluye sonidos de carrillón o de trompetas.
El arquitecto José Sancho fue el encargado de «subir» el órgano hasta el coro, a los pies de la nave, en una zona del templo que no diseñó ni construyó Villanueva. Se subió en dos piezas, y hubo que montar un raíl en la bóveda y utilizar grúas eléctricas. «Entró muy justo por la puerta del templo, y por muy poco no se pudo montar en el coro. hay apenas 50 centímetros de margen», explica Luis Magaz. De hecho, los responsables del Oratorio aún se asombran de cómo el órgano «encaja a la perfección en la iglesia: es como si estuviera hecho a medida».
Desde que se instaló el órgano, en junio de 2011, la página de facebook donde informan sobre el instrumento y sus características es objeto de muchos comentarios. «Es excepcional, por eso los organistas quieren venir a verlo», explica. Para ver este instrumento en toda su grandeza, es necesario acudir a los llamados Jueves Eucarísticos, en los que el organista Daniel Oyarzábal interpreta los llamados Preludios Musicales. Daniel no daba crédito cuando recibió la llamada de Luis Magaz explicándole que tenían un órgano del siglo XVIII procedente de Holanda en el Oratorio, en plena Gran Vía. «yo vivo a ocho minutos, y cuando lo vi, casi se me saltan las lágrimas», indicó.
Un órgano del siglo XVIII en la única iglesia de la Gran Vía
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