Caos, descontrol, agobio, angustia, avalanchas y falta de seguridad. Esas son las palabras que repiten una y otra vez los asistentes a la fiesta de la fiesta de Halloween, la «Trhiller Music Park» que vivieron la aglomeración que originó la tragedia.
En sus testimonios y denuncias, que figuran en el atestado policial, aseguran que no hubo una sola avalancha, «sino varias a lo largo de toda la noche en el interior del Madrid Arena», tal y como reconoce en su primera declaración el propio promotor del evento, dueño de Diviertt, Miguel Ángel Flores. «Ahí había por lo menos 20.000 personas. Dentro del aparcamiento privado del recinto había muchos coches con música y bebidas alcohólicas —está prohibido—, sin que la organización ni la Policía tomaran medida alguna», recalca un joven.
Y continúa:«Observé que varias puertas de emergencia se encontraban cerradas y que durante la avalancha, que comenzó sobre las 3.30 y duró una hora, alguien tiró un petardo y un miembro del personal de seguridad encendió una bengala».
El mismo joven, manifiesta que «a la entrada no existió ningún tipo de control sobre bolsos, mochilas, etc., sabiendo que se introdujeron petardos, bengalas y alcohol. Además, el personal tampoco solicitaba el DNI a los asistentes, conociendo que entraron muchos menores; además, nadie revisaba las entradas».
«No voy a ir. Han vendido 20.000 tiques»
Una amiga de una de las fallecidas, Katia Esteban de 18, menor de edad, relata que «a partir de las 03.00 horas se podía entrar y salir del recinto sin que te pidieran ningún tipo de acreditación». Y añade que la víspera del concierto, un amigo le envió un mensaje por whatsapp en el que le decía que «habían vendido 20.000 entradas cuando sólo pueden pasar 10.000. Y le explicó que se enteró porque su colega es el DJque pincharía con Steve Aoki, por eso no voy».
«Antes del taponamiento mortal me fui. Veía que iba a acabar muy mal»
«A las cuatro se escuchó una fuerte detonación, originándose un movimiento violento de personas próximas a la zona en la que se encuentran ubicadas varias puertas de emergencia. La gente abarrotaba los pasillos de la primera planta, los que comunican con la pista central. Todo sucedió en uno de los tres vomitorios, el de acceso a la pista central. Un gran tumulto de personas lo ocupaban, agolpadas unas sobre otras», dice un agente de la Policía Municipal que estaba libre de servicio en el concierto. «La gente comenzó a caer una sobre otra, quedando atrapada», declaran otros dos funcionarios del Cuerpo Nacional de Policía, quienes llamaron al 091 «ante la gravedad de los hechos».
«Gritaban, aplastados»
«Quedé con mi grupo. Éramos 20, todos, menos dos, menores. Le compramos la entrada a una amiga. No sé como las consiguió. Pasamos tres controles pero nadie nos pidió el DNI», indica otra chica. «A las 4.00 no se podía bailar y nos empujaban, nos arrastraban hacia una puerta que estaba cerrada y no se podía abrir. Las primeras personas que estaban siendo presionadas gritaban, pero los que estaban detrás no oían» «Salí hacia un lado y pude escapar por otra puerta por la que sacaron a dos chicas inconscientes».
Otra joven agrega que entró con varios amigos a las 3.00 y que subieron a un nivel superior, pero decidieron bajar. «Ante la aglomeración nos cogimos la mano para no perdernos, Pero, al llegar a la mitad del pasillo vimos que era imposible seguir y nos dimos la vuelta». Al girarse, ella cayó al suelo «debido a que ya había personas en él, y fui empujada por los que salían de la pista y por los que trataban de acceder a ella. Quedé aprisionada por una montaña humana». A los cinco minutos consiguió salir de tumulto ayudada por otras personas.
«Yo estaba haciendo botellón fuera con otras 30 personas y cuando iba a actuar Aoki entramos. Nos perdimos y una amiga se quedó atrapada en el atasco humano. Un chico la sacó al final, inconsciente».






