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Rocha Forte, un castillo único en Europa que quiere dejar de ser un desconocido

El interés que empieza a despertar la fortaleza medieval de las afueras de Santiago de Compostela impulsa nuevas reformas

Rocha Forte, un castillo único en Europa que quiere dejar de ser un desconocido rochaforte.info

Abraham Coco

Fue «la más grande y más fuerte fortaleza de todo el Reino de Galicia» entre mediados del siglo XIII y del siglo XV e incluso una de las más espectaculares del Gótico en la Península Ibérica y, sin embargo, tras su destrucción en la Revuelta de los Irmandiños, los cimientos del castillo de Rocha Forte han permanecido durante siglos sepultados incluso por una vía férrea, al margen de las guías turísticas, entre sucesiones de expolios. No es sólo un desconocido para los gallegos, también para los propios santiagueses. Sus vecinos sí sabían de él. Desde 2002, van viendo cómo se recupera a paso lento. Desde entonces, se han realizado diferentes excavaciones, aunque la de 2013 fue la que ha elevado su grado de conocimiento.

Aún hay partes desconocidas del castillo enterradas

Entre mayo y noviembre del año pasado, se organizaron visitas guiadas «para tantear la demanda que podía haber» y la acogida desbordó lo previsto: más de 2.000 personas se acercaron a escuchar su historia, según explica a ABC la arqueóloga Lola Cerqueiro, apasionada por este proyecto. Así que este año se repetirá la experiencia mientras se trabaja en un plan especial de protección que ha sido entregado recientemente. «Es el punto de partida que nos permitirá actuar tanto en el castillo como en su entorno —hay partes aún bajo tierra— y acondicionar toda la zona», indica Cerqueiro. Advierte que será «un trabajo largo» y que necesita de «sentido común. Fuera de la muralla hay más castillo. No sabemos qué exactamente».

La extrema violencia que esconde

Desde el Ayuntamiento compostelano avanzan a este diario algunas de las obras inmediatas que se pretenden acometer en próximo meses, recogidas en los presupuestos. Una afectará al exterior, que se preparará para poder aparcar y enmendar el dificultoso acceso actual. Además, se instalará una atalaya que permita ver las ruinas desde cierta altura. En el interior se intervendrá para que pueda ser visitado «sin que se dañe el patrimonio», apuntan.

A pesar de que resta mucha investigación, lo recopilado hasta ahora permite sostener que Rocha Forte no es un castillo más. De hecho, algunas conclusiones publicadas tras la última excavación son contundentes al asegurar que es «un caso único en Europa». «La mayor parte de las fortalezas medievales en contextos periurbanos o desaparecieron totalmente o fueron reutilizadas o sufrieron rehabilitaciones historicistas en época contemporánea. Sin embargo, Rocha Forte quedó fosilizada inmediatamente después de la destrucción irmandiña. Pocas fortalezas europeas como esta permiten dar a conocer cómo era una guerra de asedio en el siglo XV. Hace ver la extrema violencia que se esconde tras los cientos de proyectiles de piedra que se han recuperado dentro del castillo».

Uno de los elementos que más despierta la curiosidad al acercarse a esta fortaleza son los enormes bolaños que la rodean esparcidos entre la vegetación y que van desde los 5 kilos a los 150. Durante su asedio, las catapultas enemigas no sólo arrojaban piedras, también animales muertos con los que propagar la peste en el interior.

Símbolo del poder feudal

Rocha Forte era el símbolo del poder señorial y como tal fue el «espacio neurálgico en la lucha por el poder en la Baja Edad Media entre el ayuntamiento compostelano y los arzobispos». Se construyó en el episcopado de Xoán Arias, aunque alcanzó su esplendor con Berenguel de Landoria —a quien se debe la forma que se reconoce hoy, con una planta de unos 3.500 metros cuadrados «con nueve torres y un número aún por definir de cercas exteriores»— y sucumbió con Alfonso Fonseca II.

Fue residencia para los prelados en momentos de enfrentamiento con la burguesía. Junto al campesinado, terminarían echándolo abajo: «No dejaron piedra sobre piedra. Tal era su rechazo por este símbolo de la opresión feudal», narran los estudios. Por ahora se han encontrado tres esqueletos, «quizá de soldados defensores».

Pero también era centro de control administrativo, lugar de pago de impuestos y de vigilancia de los caminos hacia los puertos de Padrón y Noia. El granero acumulaba los pagos en especias de los siervos y los gravámenes por el tránsito hacia Santiago. Controlaba el Camino Portugués y las Rías Baixas, y tenía derechos sobre ciertas mercancías que llegaban de sus puertos. En sus basureros se han hallado restos de ostras, merluza o congrio. Tras sus gruesos muros había toda una villa con cocinas, caballerizas o capillas, una de ellas dedicada a Santa Eufemia. Pero casi todos los secretos de este monumental recinto continúan siendo tan desconocidos como él mismo.

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