El cáncer de tiroides es el Camino
Cinco etapas de la ruta jacobea sirven para explicar las fases de una enfermedad en la que casi siempre se llega a la meta
ABRAHAM COCO
«Cuando escuchas la palabra cáncer, dejas de vivir como estabas haciendo. Tienes que cambiar de planes y comienzas un camino donde, como en el de Santiago, cambias el ritmo y el concepto del tiempo varía. Se va a pie y con fragilidad. No sabes ... si serás capaz de afrontarlo, si estás preparado o si llegarás al final». Habla Cristina Chamorro, presidenta de la Asociación Española de Cáncer de Tiroides, mientras peregrina hacia Compostela con 35 pacientes de varias nacionalidades que sufren esta afección de bajo ataque, pero que en la última década se ha multiplicado por dos hasta ser el quinto en incidencia en mujeres. En esta ruta, que tiene como meta el Congreso Europeo de Tiroides que arranca mañana en la capital gallega, han establecido a lo largo de cinco etapas los paralelismos entre ambas sendas. Cada noche han conversado sobre ellas. Después, durante el día, lágrimas y abrazos. Hoy terminan, aunque sea un «continuará».
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Con la primera cita fueron de Sarria a Portomarín. En la siguiente jornada, hasta Palas de Rei, tocó preguntarse por «uno de los mayores esfuerzos que tiene que hacer un paciente de este tipo: comprender el tratamiento y moverse por el sistema sanitario». Porque, como explica a ABC Chamorro, «es un cáncer diferente y hay que desaprender: no hay quimioterapia, no te trata un oncólogo sino un endocrino...». Y así un etcétera de especificidades que «impactan emocionalmente y cuesta asimilar. No dejas de preguntarle a tu médico si te curarás». Suele ocurrir, pues el pronóstico tiende a ser «buenísimo, aunque haya metástasis». Cirugía y tratamiento de radioyodo son la combinación habitual, aunque hay casos —los menos— que no responden a él y necesitan fármacos para los que la reunión de este fin de semana trae buenas noticias: se presentarán varios ya aprobados o que lo estarán en breve. «Teníamos que venir a celebrar las nuevas opciones».
Apuesta gallega con acierto
La tercera etapa, que remataba en Arzúa, «era el momento más duro», comenta Chamorro. «El tratamiento es intenso y largo. Las cuestas hay que enfrentarlas una a una; saber dosificarse, que tengas gente que te indique dónde hay una fuente o te ayude a quitarte peso de la mochila para no llegar cansado». El pulpo en Melide ayuda a un último empujón. Precisamente el patrón alimenticio de Galicia se ha vinculado históricamente a una mayor frecuencia de enfermedades tiroideas, sin embargo, apunta Chamorro, «eso está empezando a ser debatido». De lo que no hay duda es de que esta tierra «hizo una apuesta acertada por la sal yodada en los comedores escolares y eso está haciendo que el panorama aquí cambie».
Cuando se llega al Monte do Gozo se piensa en el final, «pero hay que asumir efectos secundarios —como que no existe una auténtica alta— y cuesta mucho quitarse el miedo o reconocerse con niveles hormonales alterados». De ahí que, al alcanzar el Obradoiro, algo que ocurrirá esta mañana, el objetivo sea «decir que no estamos solos y que apoyamos la investigación. Hay mucha vida».
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