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Entrevista a xesús alonso montero | presidente de la rag

«En la legislatura anterior había directivos de la RAG que cobraban»

Después de un año al frente de la Real Academia Galega, el ensayista y sociolingüista Xesús Alonso Montero —el primer presidente de la Academia elegido tras una confrontación electoral— analiza para ABC las claves de este período en la sede de la Rúa Tabernas

«En la legislatura anterior había directivos de la RAG que cobraban» miguel muñiz

patricia abet

El presidente de la Real Academia Galega, Xesús Alonso Montero, hace recuento de su paso, hasta el momento, por la entidad. Lo hace, como todas las mañanas en que no se desplaza a la ciudad herculina, desde una cafetería viguesa donde trabaja durante horas flanqueado por un café, una torre de libros y apuntes manuscritos.

—De delante a atrás, la última polémica en la que se ha visto envuelto está directamente relacionada con su adscripción a un manifiesto que defendía la candidatura de la coalición AGE a las elecciones europeas.

—A mí me pidieron la firma como Xesús Alonso Montero porque ya en las anteriores elecciones intervine en algunos mítines y lo hice como ciudadano de izquierdas que está de acuerdo con esta coalición. Bueno, estoy de acuerdo en lo que estoy de acuerdo, porque no existe el partido con el que yo esté plenamente conforme. Pero sí, evidentemente estoy más en consonancia con AGE que con el PP, el PSOE o el BNG. Eso está claro. Lo que me duele es que se haga una interpretación manipulante de esta firma porque son los organizadores del manifiesto los que ponen lo de presidente de la RAG, porque si yo fuese presidente de Pescanova y estimasen ellos que eso es más impactante para la sociedad, probablemente también lo pondrían. Y lo que yo no quiero es comprometer a la Academia. Yo a quien comprometo es sólo a mí mismo, y tengo derecho a tener mi opinión política.

—El manifiesto que firmó habla de que el gallego está reducido a ser «una simple expresión patrimonial». Sin embargo, usted ha defendido en más de una ocasión que esta lengua no está en peligro.

—Yo trato con esas declaraciones de poner el acento en un aspecto que me parece inédito, incluso para los más comprometidos con la causa del gallego. Y es que sucede desde hace un tiempo algo peligroso para la supervivencia de cualquier idioma, que es que se está perdiendo el hilo de la transmisión. Los padres creen que están favoreciendo a sus hijos hablándoles castellano. Eso pasó también con mis padres. La diferencia es que yo iba a la escuela en castellano y los hijos de estos hombres vienen de clase de literatura gallega, de hacer en sociales un ejercicio de redacción sobre el medio ambiente en gallego... Es decir, tienen un dominio oral y escrito de este idioma que antes no existía. Y es en esa gente en la que nos tenemos que centrar, no en los padres, sino en esos hijos que tienen un buen dominio del gallego para que este idioma llegue a ser familiar y vital.

—Vamos, que hay que ligar en gallego...

—Ya lo he dicho en alguna ocasión, el gallego debe ser el idioma en el que se corteje porque ligar es algo vital en la raza humana, así que el día que se ligue en las discotecas en gallego, el idioma estará salvado.

—A lo largo de este año, su gestión al frente de la Real Academia Galega recibió algunas críticas muy directas como las que hablaban de la paralización de la institución...

—Eso creo que lo dijo Xosé Luis Méndez Ferrín en una ocasión y por decir algo. Meses después de tener ese gesto que yo aún no sabría calificar, el de dimitir, Ferrín dijo que tenía noticia de que la RAG estaba paralizada. Creo que está mal que yo lo diga, pero la realidad es que tenemos una gran cantidad de actividades, algunas de notable incidencia social que no son para un círculo de eruditos sino, para el conjunto de la sociedad. Lo que intentaba Méndez Ferrín era justificar por qué se fue. Porque se fue de una Academia donde al parecer él no podía hacer nada porque no tenía más que enemigos. Yo creo que no es así porque el día que él dimitió se le pidió que se quedara. No sé si hoy se lo pedirían de nuevo porque en este momento la actual comisión ejecutiva de la Academia sabe, de los últimos y de los penúltimos años de la Academia, cosas que en aquel momento no sabíamos.

—¿Se refiere a los pagos que algunos académicos podrían haber recibido?

—En la legislatura anterior a nosotros, que empezamos el 20 de abril del año pasado, y quizás antes, había dirigentes de la Academia que cobraban. Yo no cobro, un dirigente de la Academia no puede cobrar por estatuto. En la directiva actual, todos y yo incluido que soy el mayor y el que tiene más dificultades a la hora de desplazarse, renunciamos al coche oficial que implicaba muchos gastos para la RAG como el chófer, el combustible, las dos plazas de aparcamiento... Hay que pensar que en la Academia hay que pagar muchas nóminas a fin de mes. Hoy estamos haciendo muchos ajustes y ahorros considerables y desde luego, antes del 20 de abril y sin que yo pueda precisar por el momento desde cuándo, había dirigentes de la RAG que cobraban. Eso lo puede poner así.

—Los ajustes son importantes porque los recortes también lo están siendo.

—La subvención que teníamos con el Gobierno central se vio recortada aunque hay que decir que el presidente Feijóo, al día siguiente al recorte del Estado central, dijo que mantendría la subvención del año anterior y así fue. Cumplió su palabra. Nosotros recibimos dinero del Estado central, de la Xunta y de las diputaciones. Éstas últimas van lentas, aún no pagaron, pero a lo largo del año iremos recibiendo sus subvenciones.

—Hace unos meses planteaba la posibilidad de acudir a la iniciativa privada para conseguir financiación. ¿Han madurado esta salida?

—Con esta idea estamos más comprometidos cada vez. Lo que queremos es constituir una asociación de amigos de la Academia en la que moralmente serán tan valiosos los cinco euros que nos pueda dar un camarero como veinte millones que nos pudiera dar un banco gallego. Estamos trabajando en este sentido, pero quizás no lleguemos a concreciones antes del año que viene. Lo que tenemos claro es que vivir siempre a expensas de las subvenciones que nos vengan de las instituciones oficiales, en momentos económicamente críticos, no puede ser.

—A propósito, ¿qué tal la relación con la Xunta?

—La relación con los dirigentes de la Xunta no es buena, yo diría que es óptima. Tanto con el señor Alberto Núñez Feijóo como con el conselleiro Jesús Vázquez y no digamos con las personas que están más en la intendencia y con las que el contacto es más directo, que son Anxo Lorenzo y Valentín García, porque así tiene que ser.

—¿Y entre los académicos?

—Los académicos nos vemos poco, solo cada dos meses cuando hay plenarios. Sin duda, en los primeros encuentros la tensión era grande porque había ocurrido algo nuevo en la historia de la Academia, que por primera vez se habían presentado dos candidaturas enfrentadas. También fue anómalo que su presidente dimitiera. Y en la vida, aunque las personas sean excelsas moralmente, cuando se produce una confrontación electoral como fue la mía con Manuel González, la tensión queda. Aunque es menor ahora que en los primeros plenarios. Y yo creo que va a menos porque ahora se van sabiendo cosas que en los primeros plenos no sabíamos, ni los de una candidatura ni los de otra.

«No hubo unanimidad en optar por la forma 'polbo' en gallego»

—El principal cometido de la Academia es defender el idioma gallego. ¿Qué pasos adelante se han dado en este año?

—En realidad, defender el gallego es algo que puede y debe hacer cualquier ciudadano o cualquier institución. El hecho de que aparezca la defensa del gallego en el artículo primero de nuestros estatutos sólo quiere decir que para la Academia es muy importante. En Galicia hay dos millones seiscientas mil instituciones que deben hacerlo. Por otra parte, el artículo segundo dice que sólo la RAG tiene facultades de decidir cuál es la forma correcta o incorrecta en el uso del gallego, tanto en oral como escrito, y eso es lo que justifica la existencia de la Academia. Durante dos meses, por ejemplo, tuvimos la polémica del 'polbo' y el pulpo. Y tuvimos en cuenta informes de personas que no son académicas. La conclusión a la que se llegó no fue por unanimidad, aunque no quiero revelar nombres. Es muy difícil que las cosas salgan por unanimidad porque las ciencias filológicas no son dos y dos. La impresión que tengo es que en este año largo, la comisión que dirijo ha hecho una cantidad de actividades que están en la línea del primer artículo, como el homenaje que le hicimos a Del Riego, el que le hicimos a Lugrís Freire... También creo que fue un éxito que celebrásemos el bicentenario de Rogos dun escolar gallego á Virxe do Bo Acerto para que libre a terra da Inquisición.

—¿Cuál ha sido el mejor momento para usted como presidente?

—El día que por características muy propias de mi persona logré que la Real Academia Galega consiguiera un elenco de traducciones al gallego extraordinariamente valisoso. Las hizo un general franquista de Ferrol y entre la que está la primera traducción del Quijote.

«En la legislatura anterior había directivos de la RAG que cobraban»

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