El precio de un percebe
«Hubo una época dorada, aunque nadie se hizo rico; hoy es un sector en crisis». Los percebeiros aspiran a minimizar en el juzgado las consecuencias de la temida «ola perdida»
PABLO ALCALÁ
Un kilo, 24 euros. Lo marca así un cartelito en la sección de marisco de unos grandes almacenes de Santiago y «son de aquí, no son de Marruecos», aclara la pescantina antes de añadir, a modo de disculpa por el bajo coste que «estos ... días ha estado el mar tranquilo y hay mucho percebe».
Obviamente el mar en calma no fue el de ayer, ni el de hace ya cinco días, cuando dos tudenses se convertían en A Guarda en las enésimas víctimas mortales de un negocio lucrativo por temporadas pero arriesgado siempre.
Rinlo, Ribadeo, Valdoviño, Oleiros. Mercedes, José Manuel, David... Las quejas se repiten. Entre ellas que no se tenga en consideración la dureza del trabajo a la hora de adelantar la jubilación. En nada distingue la ley un trabajo de oficina de una mujer que a los 65 años sigue amarrada a las rocas arrancando el fruto mientras le rodean olas de varios metros de altura, hasta que llega «una ola perdida».
Eso es lo que le ocurrió a Mercedes en 2012, protagonista involuntaria de la demanda que Agamar ha interpuesto a varios cargo de la Consellería de Mar, por los 40 minutos que el helicóptero de salvamento tardó en llegar a la zona donde mariscaba en Oia. El compromiso adquirido por la administración era de 10 minutos.
Lejos de leguleyos, el secretario general de la organización marisquera, Manuel Maneiro, lo explica con dramatismo: «Fueron 40 minutos en los que los compañeros la estaban viendo luchar y morir» , dice del «despropósito en que han transformado el modo de salvarnos la vida».
La recompensa por jugárselo todo es «un jornal que llevarse a casa». Los más de cien percebeiros por cofradía ya no viven «los años dorados, en los que nadie se hizo rico, pero sí era un negocio rentable», lamenta Manuel.
«Este sector está en crisis, por los precios, por lo que de esos precios toca a los mariscadores, por el furtivismo y por los otros mercados», según el secretario general de Agamar. «Si le preguntas a muchos de los percebes que se venden como gallegos en los mercados, lo más probable es que te contesten en otro idioma», añade con retranca.
Los cálculos señalan que en el mercado de percebe gallego se cuela al menos un 20 por ciento de marisco que no lo es. Las asociaciones han tenido que ir prescindiendo de sus divisiones administrativas, «porque ya no da para mantenerlas» , explica Manuel, lo que a su vez facilita cierto descontrol del que se aprovechan importadores de percebe extranjero, de peor calidad, que rompen el mercado de precios.
Pero lo peor es la «ola perdida» esa que salta los 3 o 4 metros que habitualmente separan a los mariscadores de la rompiente. «Al mar no hay que tenerle miedo, pero sí respeto», dice Manuel, que una y otra vez repite la palabra tragedia, y que recuerda que este está siendo un año «trágico» en el gigante azul.
Este siempre fue un «oficio difícil, pero había un acuerdo para que hubiera diligencia cuando había accidentes y se ha roto. Los responsables deben asumir su culpa», considera.
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