Un día en un cerquero gallego

Tras semanas amarrados a puerto por los temporales y un pronunciado parón para reclamar un nuevo reparto del jurel y la caballa, los marineros del cerco vuelven al mar

Un día en un cerquero gallego miguel muñiz

lidia rey

Con puntualidad británica, Miguel y sus marineros se reúnen en el puerto de Portosín (La Coruña). Son las seis de la tarde, y en pocos minutos comienza una nueva jornada en el mar. Es el tercer día que vuelven a faenar después de tres ... semanas de parón en las que protagonizaron protestas, momentos de tensión, altercados y reuniones con la Xunta a partes iguales.

Jesús, Santiago, Covas, Miguel, Agustín, Richard, Lema, Juan y Miguel Martínez, armador del «O Pronto», ponen el barco a punto y preparan el hielo para las capturas. En esta ocasión, se dirigen a Meixide, una zona muy peligrosa en la ría de Muros y Noia. Aunque le ponen voluntad, el mal tiempo no acompaña y complica la vuelta al mar de la flota gallega del cerco. «Estos dos últimos días no pudimos salir de la ría, porque el tiempo era muy malo. Pescamos algún chincho y poca sardina», confiesa Martínez. «Hoy hay que pescar mucho», le dicen sus marineros aún en tierra. Miguel, se ríe, a medio camino entre la resignación y la esperanza. «Están con ganas, hay que trabajar», se anima.

Uno a uno van subiendo al barco. En la cabina les espera la Virgen del Carmen, patrona de los marineros. «Siempre va con nosotros. Y San Pancracio, que es el que trae el dinero», bromea el armador. Si la suerte se pone de su lado, y tienen una buena jornada, regresarán a tierra de madrugada para dejar las capturas. Y continuarán peleando por hacerse con más pescado hasta las 11.00 de la mañana.

En la mente de todos está el nuevo reparto del jurel y la caballa . «Ahora, tenemos un máximo fijo de 4.000 kilos por barco, para los pequeños, y 6.000 kilos para los grandes. A mayores, cada marinero podrá pescar 1.000 kilos más por semana». En su caso, con un barco de 10 a 6 metros, catalogado como «pequeño», de menos de 50 GT —toneladas de arqueo—, podrán pescar 4.000 kilos más ese 1.000 a mayores por pescador.

Según sostiene Miguel aceptaron este planteamiento porque no podían continuar amarrados, con pérdidas y sin llegar a un acuerdo. En el tiempo que se prolongaron las protestas, Miguel estima que pudieron perder en torno a unos 25.000 euros. «Fueron semanas que hizo un tiempo muy bueno, que podríamos trabajar bien. Pero acabamos empeñados. En Seguridad Social se nos fueron 7.000 euros en dos meses que apenas salimos al mar», calcula el armador del «O Pronto».

Ahora, la campaña de la caballa —una especie migratoria que comienza su recorrido en el golfo de Vizcaya en dirección a la Comunidad gallega, a donde llega más dispersa— está en pleno auge en la costa cantábrica, pero «como la cuota es tan reducida, para barcos tan pequeños como el "O Pronto", no nos compensa desplazarnos hasta el País Vasco. Aunque el kilo de caballa fuese a un euro, conseguiríamos hacer 13.000 euros, y no compensa desplazarte una semana allí. En gasoil dejaríamos unos 6.000 euros y dietas, y Seguridad Social... Me parece muy poca cantidad para meterme en un viaje tan largo», reflexiona.

Un año «para olvidar»

Miguel, que empezó a pescar con su padre a los 15 años, no recuerda una temporada con tantos obstáculos. «Veníamos de un año malo, pero este es para olvidar. En 2013 hubo mucho pescado, sin embargo, no estaba bien pagado. Luego llegaron los temporales, a partir de diciembre. En enero y febrero ya fue algo descomunal, encadenando ciclogénesis. Y finalmente, el parón... Ahora, a finales de marzo, nos encontramos con que casi no tuvimos ingresos», confiesa.

Miguel fija la mirada en la Virgen del Carmen, en su patrona, y el «O Pronto» zarpa del muelle de Portosín.

Un día en un cerquero gallego

Artículo solo para suscriptores

Accede sin límites al mejor periodismo

Tres meses 1 Al mes Sin permanencia Suscribirme ahora
Opción recomendada Un año al 50% Ahorra 60€ Descuento anual Suscribirme ahora

Ver comentarios