El camino hacia la distinción como Patrimonio de la Humanidad

Especialmente conocida por sus tesoros naturales, situada al sur de la provincia de Lugo y al norte de la de Orense, a orillas de los ríos Sil y Miño, la Ribeira Sacra se erige como un vasto ecosistema de gran variedad y riqueza. Un paraje espectacular, cuyo lugar destacado ocupan los Cañones del Sil.

¿Qué tienen en común las Islas Cíes y la Ribeira Sacra? Ambas han iniciado los trámites para solicitar a la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) ser declaradas Patrimonio de la Humanidad.

Por delante se presenta un largo proceso de uno o dos años al que se enfrentan sendos parajes para sumar una nueva distinción, un reconocimiento que se otorga a lugares de una importancia cultural o natural excepcional para la herencia de la humanidad. Para conseguirlo, tanto las Islas Cíes como la Ribeira Sacra deben reunir una serie de condiciones marcadas por el organismo dependiente de la ONU.

Bien por sus aguas, que acogen ecosistemas de gran valor, por su frondosa vegetación o por la abundante y variada especie de aves que habitan en ellas, las Cíes se conforman como un lugar sin igual en la costa española.

Estas islas, formando parte del conjunto de la Islas Atlánticas, fueron declaradas Parque Nacional en el año 2002 como una de las mejores muestras de los ecosistemas propios de las costas y fondos marinos atlánticos.

A ojos del alcalde de Vigo, Abel Caballero, se trata de «de un lugar excepcionalmente notable en su papel medioambiental» y constituye «un enclave natural de valor universal».

Según apuntan desde el Consorcio para el Turismo de la Ribeira Sacra, esta zona «se merece ser Patrimonio de la Humanidad porque es única». Hay tres elementos que llevan aferrados a este territorio desde hace siglos, pero que empiezan a cobrar relevancia «pública» cuando Ribeira Sacra comienza su andadura como destino turístico hace algo más de dos décadas.

La combinación de esos tres elementos es lo que le condece ese halo especial a un lugar que nunca deja lugar a la indiferencia: un enclave natural perfilado por dos de los ríos más importantes de Galicia, el Sil con sus abruptas gargantas y el Miño entre laderas de frondosos bosques autóctonos; hace apenas dos años que se ha constatado como la principal concetración de románico rural de Europa; y hay pocos lugares en el mundo con una producción similar a la de Ribeira Sacra, su vino mencía se cultiva en bancales de vértigo a ambos lados del Sil y del Miño.

La declaración de un bien Patrimonio de la Humanidad es un privilegio para el país sobre el que recae, pero al mismo tiempo, una gran responsabilidad ya que deben mantener su conservación y protección. Sin duda, ese nombramiento conllevaría una inmediata repercusión mediática indiscutible. Sería, además, una herramienta clave que ayudaría a preservar los valores que poseen estos territorios.

Valerse de dicha herramienta y obtener tal distinción es también objetivo del Ayuntamiento Ferrol. En el siglo XVIII, el primer ministro británico William Pitt aseguraba que si Inglaterra tuviese un puerto como el de Ferrol «lo cubriría con una armadura de plata». Hoy por hoy, la ciudad trata de conseguir este reconocimiento de Patrimonio de la Humanidad.