Las ciudades emergentes de Galicia
De apéndices residenciales, a tener nombre propio por peso poblacional e industrial. Si se mantienen tendencias, aquí está la futura séptima ciudad
p. alcalá/p. abet/j. pan
Ribadavia, hoy un tranquilo rincón viticultor de Orense con poco más de 5.000 habitantes, fue en 1065 capital del antiguo Reino de Galicia. Ferrol, segundo municipio español con la tasa de despoblación más aguda, era en 1787 la ciudad más poblada de Galicia. El ... área con más habitantes de la Comunidad, la de Vigo, careció de relevancia estadística hasta el siglo XX, estaba, hasta entonces, a escala de Mondoñedo. Economía, importancia geoestratégica, industria, transportes... La cara de las ciudades va mudando según sus circunstancias. Su importancia se mide en términos económicos, pero siempre va muy ligada a los demográficos, consecuencia, pero también impulso de los primeros. Vigo, La Coruña y Orense siguen superando los 100.000 habitantes y sus variaciones son al alza.
El aumento paulatino deja al borde de los 100.000 habitantes a Lugo, Compostela y Pontevedra. Ferrol es la única de las siete grandes que ahora ve peligrar tal título. Casi dobla en población a Narón, Villagarcía, Ames, Oleiros, Redondela o Arteixo, pero todas ellas crecen al triple del ritmo al que la séptima de las ciudades gallegas decrece. El tiempo dirá si la tendencia continúa o se revertirá, pero el presente dicta que Narón, Ames, Oleiros y Arteixo han triplicado su población en apenas cuatro décadas. Los motivos son similares en las cuatro, su cercanía con Ferrol y Santiago (en el caso de las dos primeras) y con La Coruña en las otras dos. Pero tanto Narón como Arteixo acompañan su crecimiento de la consolidación de una industria propia. La construcción coincide como motor en las cuatro poblaciones, pero el «boom» demográfico las ha llevado a otra explosión comercial y de servicios que les otorga independencia ante sus vecinas urbes.
El caso de Oleiros, que comparte con los otros tres que apenas un 20 por ciento de la población es natural del municipio, es paradigmático. No solo ha experimentado un crecimiento cuantitativo de su población sino que es ya la ciudad con mayor renta per cápita de Galicia. Bordean los cuatro municipios coruñeses los 40.000 habitantes —cifra que superarán en menos de un lustro si mantienen la actual tendencia—y se disputan de este modo un puesto entre las ciudades gallegas. En los tapetes municipales se habla ya de fusión, de absorción, pero la idea gusta poco a quienes, per se, han logrado pasar de tranquilos municipios suburbiales a ocupar la octava, décima, undécima y duodécima posición, solo por detrás de Villagarcía de Arousa.
Servicios sociales, seña de identidad
Con una extensión de 94 kilómetros cuadrados y 30.000 habitantes, Ames despunta como uno de los municipios más prósperos de toda Galicia. Las causas de su espectacular crecimiento (en los años noventa apenas llegaba a los 10.000 habitantes) y del aumento paralelo de la renta de sus vecinos (una de las más altas de la Comunidad, por encima de los 2.000 euros por hogar) hay que buscarlos en su proximidad con la capital gallega. Y es que los dos grandes núcleos de población sobre los que pivota Ames (Bertamiráns y O Milladoiro) están a unos diez minutos en coche del centro de la capital gallega. Un motivo que, a mediados de la década de los 90, llevó a muchas familias a comprarse una vivienda en estas zonas periféricas donde los precios son más bajos y las construcciones más nuevas.
Tras dos décadas de crecimiento, Ames está a la cabeza de Galicia tanto en demografía como a nivel empresarial. Su alcalde, Santiago Amor, encuentra los motivos de esta prosperidad en el Plan General que el concello puso en marcha a mediados de los años 90 y que ofreció una salida a miles de jóvenes que vivían en Santiago y alrededores. «Santiago tenía un problema de desarrollo urbanístico y Ames supo ver la oportunidad y no se durmió en los laureles», comenta Amor. Ligados al aumento de viviendas de nueva construcción llegó el desarrollo del ámbito empresarial y comercial. Se abrieron supermercados, tiendas y comercios para atender las necesidades de un población creciente que eligió esta localidad para vivir y formar una familia.
Ahora, y en plena crisis, los servicios sociales, los comedores, las guarderías municipales y las medidas de conciliación familiar se mantienen pese a la crisis económica. Porque los vecinos de Ames buscan eso. «Los servicios que ofrecemos a las familias son la seña de nuestro ayuntamiento», indica su alcalde antes de subrayar que en este municipio coruñés hay nada menos que 21 parques infantiles. Además, las ayudas directas que se impusieron en los años 90 a las familias —en esa época llegaban a darse hasta 100.000 pesetas a las parejas con tres hijos— se mantienen pese a las dificultades económicas.
La media de edad en Ames bascula entre los 36 y los 38 años, una de las más bajas de toda España. Muchos de sus vecinos son empleados de la Administración pública y un tercio se dedica al sector servicios.
La octava ciudad se acerca a Ferrol
Los 66,91 kilómetros de tierra en un noventa por ciento rural y no urbanizada, laxitud —que no dejadez— en los trámites de urbanización, son los ingredientes que, sumados a los planes que en los setenta agotaron el suelo residencial de su vecina Ferrol y las restricciones a la rehabilitación o edificación en su centro histórico, han desplazado buena parte de la población entre uno y otro municipio convirtiendo a Narón en el octavo de Galicia en población. Ferrol ha regresado a los 70.000 habitantes que alcanzó en 1950. Narón, entonces con poco más de 10.000, tiene ahora cerca de 40.000.
Pero al incremento de oferta residencial se sumaron infraestructuras y, sobre todo, suelo industrial que ha hecho de Narón uno de los motores de base de empleo en la comarca. El centro de logística de Inditex en el polígono Río do Pozo es solo una muestra de un terreno donde asientan sus bases buena parte de las empresas con intereses en el noroeste. Si en 2004 el municipio era el segundo con más paro de Galicia, ahora presume de estar en la media de la Comunidad, mientras su vecina urbe se aupa al primer puesto. Las campanas de boda entre uno y otro lugar se diluyen ahora entre diferencias de tendencia.
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