ENTREVISTA a José Manuel Fernández Alvariño, Presidente de la CEP y candidato a la CEG
Alvariño: «Proponemos un liderazgo compartido en el que yo solo soy el mascarón de proa»
El empresario vigués confía en lograr los avales que le permitan «dar un giro a la patronal gallega»
E. P. RODRÍGUEZ-SOMOZA
Coincide con la hoja de ruta trazada por el gobierno de Alberto Núñez Feijóo como firme defensor de la internacionalización de las empresas. Lanza un mensaje directo a los bancos: «Es el momento de abrir el grifo del crédito». Habla en plural y afirma con ... vehemencia que «yo no concibo un liderazgo sin equipo». Es por ello que cree firmemente que es el momento de dar un giro a las políticas de la Confederación de Empresarios de Galicia y, ya lo dice el refrán, «a la tercera va la vencida».
— Política activa de empleo y un plan industrial fuerte, así lo recetó al llegar a la CEP, ¿hemos avanzado algo en este campo?
—Lo que ha cambiado es el entorno. El contexto económico actual es bien distinto ahora. El apoyo a la internacionalización en el nuevo escenario es y seguirá siendo clave. La pequeña y mediana empresa ha logrado perder el miedo a salir al exterior, desde la CEP hemos demostrado que cualquier empresario puede vender su producto en mercados afines a nosotros, como pueden ser los sudamericanos. Cuando yo hice esas declaraciones había menos paro, entidades financieras que daban crédito…, ahora las cifras de empleo son alarmantes, los bancos han cortado el grifo y las cifras de negocio no son las que eran.
La cantidad de empresas que han cerrado no lo han hecho porque no tuvieran un buen proyecto o vendieran un buen producto, sino por falta de liquidez, y esto es lo más preocupante. El objetivo de la futura directiva de la CEG, así lo es mi propuesta, será mentalizar a la banca para que deje fluir de nuevo el crédito.
—Sin crédito no puede haber reinversión, y ésta es una de sus principales máximas.
—Por supuesto. Es una máxima que comparte, me atrevo a decir, el 99% de los empresarios. Reinversión, reinversión y reinversión, para el pequeño y el gran empresario, pero, y volvemos al principio, sin financiación yo no puedo reinvertir. Después de un purgatorio enorme de tres años, la reestructuración financiera está llegando a su fin. Ahora, la directriz del gobierno debe ser: «Hasta aquí hemos llegado, ahora debe fluir el crédito» a empresas y familias que son el gran órgano de consumo. Hay un plan importante en Europa para revertir la gran lacra que tenemos en este momento y es el paro juvenil, no podemos consentir que el 50% de nuestros jóvenes carezcan de oportunidades para desarrollarse y formarse en España.
—Me habla de la reforma financiera, pero ¿cómo valora la laboral?
—Acabamos de tener el comité ejecutivo de la CEOE en Madrid, en el que estuvo acompañándonos Ana Pastor, una ministra que tiene una sensibilidad extrema, y hablamos de avanzar aún más en la reforma laboral, Europa se lo está pidiendo al gobierno. Lo hecho hasta ahora no ha tenido reflejo en la creación de puestos de trabajo, pero sí en frenar la destrucción. Si bien es cierto que los datos de julio son estacionales, se han batido récords y este extremo nos invita al optimismo, yo quiero serlo. A mediados de 2014 estoy convencido de que se empezará a generar empleo.
—Una visión distinta a la del actual presidente de la CEG, que la tildó de «fiasco».
—Yo atempero. Nunca es fiasco cuando hay movimiento, un paso adelante. Que tendría que ser más valiente, sí. Esto lo pensamos todos, pero es un paso adelante y hay que aplaudirlo.
—Minijobs y despido de funcionarios, ¿coincide con su homólogo en la CEOE, Joan Rosell?
—Coincido, pero con matices. Familias y empresas hemos hecho un adelgazamiento espectacular para adecuarnos al actual contexto económico y en la administración todavía no se ha hecho. Si hablamos de la gallega, ha cumplido. Ha sido rigurosa con el objetivo de déficit, mientras que otras no lo han hecho. En este punto coincido con el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, en que se tiene que diferenciar entre las que cumplen y las que no, discriminación positiva.
Si bien, hay algo que aún es más importante y es la nueva ley de unidad de mercado. Lo que no es normal es que la vorágine burocrática sea distinta en según qué autonomías. Le pongo un ejemplo: yo traje un producto nuevo que venía homologado de Europa y me lo homologaron en Galicia, pues ahora tengo que ir haciendo lo mismo en el resto de autonomías. Esto hay que cambiarlo.
—En muchas ocasiones se ha referido a la importancia de la imagen, ¿le gusta la que proyecta Galicia?
—En Galicia tenemos al mejor embajador que es el Camino de Santiago, hay que aprovecharlo. A mayores tenemos un presidente de la Xunta con una especial sensibilidad. Alberto lo dijo muy claro: internacionalización y fondos Interconecta. Ha conseguido los fondos y somos una de las pocas autonomías que hemos accedido a ayudas a la innovación, otros no han querido. Por otro lado, la red Cesga de internacionalización. Mi hijo está en Brasil tutelado por una oficina de esta red que le proporciona vías de colaboración con empresarios de aquel país. Galicia va por delante en muchas cosas.
—Huye de los localismos, pero es una realidad que Vigo ha cedido peso económico a La Coruña.
—Bueno, Vigo ha perdido peso y eso es indudable, pero lo importante es que si La Coruña va bien, Vigo va bien y, por ende, Orense, Lugo, Ferrol... a mí lo que me interesa es que Galicia vaya bien.
—Se presenta de nuevo a la CEG, ¿a la tercera va la vencida?
—Confío en ello. No he cambiado mi discurso y siempre he sido tremendamente respetuoso con mi presidente Antonio Fontenla en mis dos pérdidas anteriores, lo mismo que exijo de los demás, pero en esta ocasión creo que el mensaje ha calado. Hay que reformar los estatutos, actualizarlos. Uno de los temas en los que más me fijo en mi propuesta es el equilibrio territorial. Hay cuatro provincias y cada una tiene su peso específico, ninguna es más o menos importante que otra, hay que tener una visión global. Otro punto importante es la necesidad de limitar los mandatos, creemos que ocho años son suficientes. Y, por último, menos presidencialismo y más equipo. Entre las tres confederaciones —Lugo, Orense y Pontevedra, falta por sumarse La Coruña— hemos diseñado una CEG, la que queremos. Una tormenta de ideas que alguien tenía que liderar y me eligieron a mí.
—Se pueden entender sus palabras como una crítica a la actual directiva.
—No. Yo siempre miro al futuro aprendiendo de los errores del pasado, si alguien quiere verlo como una crítica es su problema. Las tres confederaciones presentamos un nuevo sistema en el que prima la colaboración y apuesta por una mayor intervención de las provinciales. Si el día 30 conseguimos los avales suficientes lo primero que haré será dejar vía libre a un nuevo presidente de la CEP y llamar a La Coruña para que participe en un proyecto que también hacemos suyo. Ahora, si no quiere participar en el desarrollo de gestión y quiere confrontar, será su responsabilidad, no la nuestra. El mío es un liderazgo compartido en el que yo solo soy el mascarón de proa.
Alvariño: «Proponemos un liderazgo compartido en el que yo solo soy el mascarón de proa»
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