la guerra por mi cuenta
Las cuentas de la lechera
carlos flores
ENTRE los niños de hoy me temo que Esopo ha dejado de estar de moda, pero a los que peinamos canas la historia nos sonará más que conocida. Me refiero, naturalmente, a la de aquella muchacha que sin tener más patrimonio que un simple cántaro ... de leche recién ordeñada sobre su cabeza, se puso camino de casa a calcular cuánta mantequilla podría sacar de ella, luego cuántos polluelos podría comprar con el producto de la mantequilla, a continuación cuánto dinero le proporcionaría a la vuelta del verano la venta de las gallinas, y por fin cuán envidiosas estarían las demás chicas del pueblo, y cuán fascinado el atractivo hijo del molinero, al verla luciendo el fastuoso vestido verde con lazos que pensaba comprarse con aquellos ahorrillos… sin reparar que el frágil equilibrio del cántaro sobre su cabeza podía quebrarse con un simple traspiés, y con él acabar también rodando por tierra todas sus ambiciones.
A los niños de hoy, digo, no sé si se les sigue leyendo a Esopo. Pero a algunos de mi quinta como Mònica Oltra o Enric Morera, parece que no les debió de quedar bien clara la moraleja de la historia. Vaya: que en la vida es más sensato ir paso a paso que construir castillos en el aire; que quien piensa demasiado en el mañana acaba fracasando en el presente; y que en cada cosa que uno haga, por trivial que parezca, es menester poner toda nuestra atención, so pena de acabar -como al hilo de la fábula dice la frase popular- «llorando sobre la leche derramada».
Lo digo, naturalmente, a cuento del tremendo rifirrafe que desde hace meses llevan embarcados los de Compromís -el del PSPV merita una historia aparte- a cuenta de las primarias para la selección de sus candidatos, en el que de momento se han barajado (y parece que alguna fijado) ya más fórmulas -abiertas, cerradas, con cuotas, sin ellas, solo para el cabeza de lista, para todos, con reserva de puestos, sin ella…- que las que un modesto profesor de Derecho Electoral había logrado archivar en su memoria.
Y todo ello sin percatarse de que cada minuto que inviertan en ello es un minuto que no emplean en lo que debería ser su prioridad número uno, que es dar con fórmulas para sacarnos de la crisis. Y, claro está, para conectar con el ciudadano de a pie, para quien quizás el traje verde con lazos que Morera anda diseñándole a Oltra no sea sino un auténtico adefesio. Y no solo en lo estético.
Las cuentas de la lechera
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