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entrevista fernando garcía de cortázar, historiador

«Este libro no ha sido explorado por ningún pedagogo»

En los antípodas «de la ñoñería y moralina», relata en «Pequeña Historia de los exploradores» la epopeya de quienes alumbraron realidades inéditas

«Este libro no ha sido explorado por ningún pedagogo» alberto ferreras

antonio astorga

Fernando García de Cortázar (Bilbao, 1942), historiador, uno de los más reputados divulgadores de la Historia -a través de sus más de sesenta libros-, catedrático de la Universidad de Deusto, director de la Fundación Vocento, y de la revista de pensamiento «El Noticiero de las Ideas», Premio Nacional de Historia, columnista en la Tercera de ABC, publica «Pequeña Historia de los Exploradores» (Espasa), ilustrada por Julius, que ahora promociona en Valencia. Del Reino de Yam a las arenas de Arabia, del Ártico a la Conquista del Polo Sur, del primer embajador a Bernal, el Conquistador; de Hércules a Marco Polo...

-Como los de Dickens, ¿el suyo es un libro para todas las edades?

-De 9 a 99 años. Lo he trabajado junto a los niños del Colegio del Recuerdo, de los jesuitas, con su aportación e ideas.

-¿Cómo se mete el bisturí del nervio y la pasión en la carne de la Historia?

-La Historia nace de la Literatura. La Historia es una gran aventura y como tal puede contarse. Este es un libro importantísimo en mi carrera porque me he lanzado a escribir una novela, que está a punto de salir.

-¿Cómo ha elegido las epopeyas?

-Son exploradores que te ponen en contacto con el medio, la geografía, las costumbres, las distintas sociedades. Una golosina para el autor.

-¿Y los viajes?

-Por su importancia histórica o su fascinante poder de convocatoria. Son historias vividas por mercaderes, peregrinos, científicos, soldados, marinos, personajes a menudo heroicos, a veces trágicos, que al lector actual pueden parecer sobrehumanos y que abrieron rutas, descubrieron continentes, cartografiaron montañas y desiertos, atravesaron los hielos polares y las junglas...

-El libro fomenta la curiosidad del niño con el humor y la ternura de los dibujos de Julius.

-Uno de nuestros grandes patrimonios es el sentido del humor. Quevedo dijo que sonreír es la forma de ser libre.

-¿Su objetivo?

-Animar y aficionar a los niños a leer. Me he esforzado en que sea un libro que guste, deleite, entretenga; ser ameno.

-Le ha quitado, pues, toda capa de barniz de ñoñez o moralina...

-Así es, porque resuena en tantos libros infantiles y juveniles... Concluye el libro concediéndole a Sergio [coprotagonista] el secreto para seguir viajando, vivir aventuras, y saltar su imaginación. La Historia es un gran instrumento educativo, pero no ha pasado ningún pedagogo por mi libro. Los niños son más inteligentes de lo que a veces les hacemos creer, y ya sacan sus conclusiones sobre maldad, altruismo, codicia, perseverancia, el esfuerzo...

-¿Dónde anida el deseo de conocer?

-En la sangre del explorador. La que ha permitido ampliar nuestra visión del mundo. Hay que demostrárselo al niño.

-¿Dónde le llevó su curiosidad de niño?

-Durante mi infancia, salir de España era privilegio de unos pocos, y alguien tan fascinado por el mundo como lo estaba yo tenía que depender de una determinada estirpe de aventureros para que realizaran en mi nombre viajes difíciles. Los llamábamos exploradores, y yo, como Sergio, quería ser uno de ellos.

-¿Qué queda aún por explorar?

-Los terrenos de la medicina, de la solidaridad. Los grandes exploradores son personas que abrieron nuestros ojos a realidades desconocidas.

-Explore esta crisis.

-Es también una crisis del concepto de sociedad, de los valores. Estos libros tienen esa proyección humanística de buscar el esfuerzo, la responsabilidad, el heroísmo... En los colegios ha habido años en los que se ha discutido la autoridad de los profesores y ahora vemos las babaridades que hemos podido hacer con eso. Hay que formar ciudadanos. Al niño se le educa con maestros que son como los embajadores, que se acaban apareciendo.

-¿Hubo algún espía explorador?

-Había países que se espiaban unos a otros para ver quién se adelantaba al otro. Conocemos el nombre del primero que descubrió América, pero igual el segundo ya no interesa tanto...

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