«Estamos orgullosos de nuestro familiar. Se quedó a cuidar en lo que creía»
Familiares de los mártires viven con emoción la beatificación
JANOT GUIL
La plaza del Complejo Educativo de Tarragona es un hervidero de emociones y de fe. Los familiares de los 522 mártires de la persecución religiosa de los años 30 que serán hoy beatificados son por un día protagonistas al ver resarcidas las penas de sus ... allegados, reconocida su defensa de la fe cristiana a costa de su propia vida. «Siento orgullo de mi tío-abuelo, por ser como fue. Cuando le buscaban los milicianos él se quedó a cuidar aquello en lo que creía, se quedó en el seminario », explica Vicente Saldaña Tobar, empresario de Tardajos (Burgos). Su tío-abuelo materno, Fortunato Velasco Tobar, padre paúl del seminario menor de Alcoriza (Teruel), fue fusilado por milicianos camino del cementerio de la población un fatídico 24 de agosto de 1936. Fortunato, explica Vicente, se sabía perseguido y amenazado, junto a otros hermanos de la orden, pero decidió llevar su fe hasta el martirio quedándose a pie de obra, de seminario, donde le fueron a buscar.
Junto a Vicente, otros familiares del desde hoy beato han venido a Tarragona desde México, como Eduardo Velasco, o las hermanas Alicia y Marta Santosjoy. Su emoción es doble, porque un sobrino-bisnieto mexicano de Fortunato, también cura, ha sido invitado a asistir a Tarragona para auxiliar en la organización de la beatificación. «Allí, lo puede ver, el que baja del altar ahora», señala al periodista una emocionada Alicia.
A pocos metros, se hallan varios familiares de otro mártir, el padre claretiano de Tarragona Federico Vila Bartolí, que impartía clases de Historia en las universidades catalanas de Cervera, Solsona y Tarragona. Su noche más larga fue un 11 de noviembre de 1936. Los milicianos le encerraron en un barco-prisión en el puerto de Tarragona y de ahí se lo llevaron al cementerio de Torredembarra (Tarragona) para fusilarlo . «Siento mucho respeto y mucha emoción», comenta Montserrat Masó Gómez, de 63 años, que traza la conexión con el beato. Era su tío-bisabuelo.
«Es un acto religioso, no político»
Ni Montserrat ni Vicente rehúyen terciar sobre la polémica que ha suscitado la beatificación, censurada por algunos sectores que consideran que con esta celebración se reabren las heridas de la Guerra Civil; porque cientos de miles de las víctimas del franquismo aún no han visto reparada su memoria, claman.
«Yo no les critico, ni me pongo a favor ni en contra de lo que denuncian, pero estos mártires murieron por la Iglesia. Los otros, murieron por una causa política», señala Montserrat. «Lo entiendo y estoy del lado de las dos partes. Pero esta causa es religiosa; la otra, es política», zanja Vicente.
«Estamos orgullosos de nuestro familiar. Se quedó a cuidar en lo que creía»
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