MACBA y Caixaforum se vuelcan con el arte contemporáneo

Bajo el paraguas de «Arte, dos puntos» podemos vivir el arte contemporáneo de la mano de cuatrocientas piezas. El MACBA quiere reivindicar con esta exposición la importancia de dos fechas claves en la modernidad de la ciudad: la Exposición Universal de 1888 y la Exposición Internacional de 1929. Para ello recupera monumentos fundamentales como el Arco del Triunfo barcelonés de la mano de una instalación de Oriol Vilanova que fue adquirida el año pasado y en la que descubrimos mil postales de arcos del triunfo de todo el mundo. También veremos unas imágenes del Pabellón Mies Van der Rohe o unas instantáneas del Pabellón Español en la Biennal de Milán en 1951 que diseñó el arquitecto Coderch y donde se descubren piezas que se mostraban en aquel entonces al exterior, como una talla de una virgen románica del MNAC.

A continuación Joan Brossa, Ignasi Abellí, Brossa, Chillida, Muntades, Tony Cragg (una instalación sobre el arte del bricolaje difícil de olvidar), Martha Rosler, José María Sicilia… Una larga lista de artistas que culmina con una sala dedicada a las esculturas casi humanas de Juan Muñoz y otra a una serie de retratos de personas de Barcelona titulada «La ciudad de la gente», de Craigie Horsfield, donde sólo reconocemos al Doctor Santiago Dexeus porque el resto de protagonistas son gente anónima. Bartomeu concreta que «es una exposición de Barcelona pero no sobre Barcelona que interroga y propone preguntas sobre cómo hemos sido o no de modernos».

Plensa y Balka

La comisaria Nimfa Bisbe acota la exposición de Caixaforum entre los años ochenta y la primera década de 2000. Tenemos el placer de volver a ver la puerta «Wonderland», de Jaume Plensa, que no se exponía desde 1993 y que formaba parte en su origen de una instalación de doce puertas que fueron vendidas a diferentes instituciones. O la escultura de Pepe Espaliú con dos jaulas comunicadas que habla del SIDA, así como la curiosa e impactante cabeza parlante de Tony Oursler «Flamenco figure».

La comisari a destaca el Espacio Místico, un lugar especial que invita a la reflexión. En este lugar de recogimiento sorprende la instalación del polaco Balka, una camilla fría con unas gotas de sangre y una almohadilla eléctrica que recuerda a una sala de operaciones, de sufrimiento, complementada por un tablón de madera en el suelo con cenizas y un trozo de cruz de madera colgado en la pared, en memoria de la cruz de Jesús. «Polonia es un país de tradición católica muy represora», observa Nimfa Bisbe.