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porque hoy es sábado

La esencia del catalanismo

xavier pericay

Ni me asomé al balcón ni seguí la retransmisión que la televisión del régimen ofreció puntual y animosamente a todos los catalanes de pro. Pero, a juzgar por lo recogido en los papeles y en los digitales, la comunión fue perfecta. Bien es verdad que ... esta vez el espectáculo adquirió un perfil más dionisíaco de lo que suele ser habitual, hasta el punto de que algunos actores, y no precisamente los más noveles, perdieron la compostura y recordaron por momentos a esos turistas de tres al cuarto que recorren las Ramblas ligeros de ropa y rebosantes de alcohol. No faltó, todo hay que decirlo, quien criticara al día siguiente, desde el propio enjambre nacionalista, semejantes excesos tildándolos de poco ejemplares. Pero aun así, insisto, la comunión fue perfecta. Al fin y al cabo, vivimos tiempos de exhibicionismo y lo que esos héroes del balón convertidos en símbolo de la patria hicieron este lunes en lo alto del autocar que los paseaba por el centro de Barcelona no distó mucho, en el orden de la moral, de cualquiera de las declaraciones que Artur Mas haya podido realizar desde que puso rumbo a Ítaca.

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