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el mentidero

Mas y su bisoñez diplomática

El proyecto era demasiado audaz, el propio líder de CiU lo admitía, pues no hay precedentes incruentos de un viaje hacia la independencia de un territorio integrado en un Estado

maría jesús cañizares

ES cierto que Artur Mas no mandó sus naves a luchar contra los elementos, sino contra una pérfida albión personificada en el Gobierno español. Pero no lleva ni cinco meses de travesía y ya hay motín a bordo, extravío de rumbo y carencia absoluta de apoyos internacionales. El proyecto era demasiado audaz, el propio líder de CiU lo admitía, pues no hay precedentes incruentos de un viaje hacia la independencia de un territorio integrado en un Estado. Tampoco es que el dirigente nacionalista zarpara con la mejor tripulación, pues aquellos que apuntaban maneras han dejado de serle fieles, como es el caso del consejero de Justicia, Germà Gordó, y quienes todavía le son leales insisten en quemar las naves soberanistas, aludo al consejero de Presidencia, Francesc Homs.

Es cierto que a bordo de ese barco hay varios timoneles agradecidos porque su bisoñez no le ha impedido acceder a puestos de responsabilidad, pero que sepamos, poco o nada han aportado. Atiendan al secretario de Asuntos Exteriores de la Generalitat, Roger Albinyana, quien según confesaba en una entrevista en La Xarxa, todavía no se ha planteado qué pregunta se debe formular a los catalanes en la consulta sobre el Estado propio de 2014. ¡Ay! Qué erráticas conversaciones debe mantener en esos «contactos discretos» que asegura tener a nivel internacional. Presumo que pocas complicidades habrá logrado Albinyana, quien precisa que todavía no es el momento para ello (sic). Creerá que la acción de los remolcadores extranjeros vendrá después del referéndum. Profesional, muy profesional...

Tampoco se le puede reprochar demasiado, si se tiene en cuenta que la «agenda diplomática» de su capitán es más bien escasa. El «president» visita hoy Bruselas sin que esté prevista ninguna reunión con mandatarios europeos. Ya los tuvo la semana pasada el presidente de UDC, Josep Duran Lleida, quien sí tiene contactos, pero claro, a Unió había que apartarla de los asuntos exteriores porque no es tan independentista como Albinyana o Albert Royo, secretario de ese modernísimo organismo llamado Diplocat, quien a los dos meses de asumir su cargo ya estaba llamando por teléfono al asesor del proceso de independencia de Kosovo, sir Michael Wood. O como Pere Puig, quien acaba de sustituir al «embajador» catalán en la Unión Europea a Joan Prat, el único delegado que entendía algo de diplomacia pero que cometió el error de decir que no hay contradicción en sentirse catalán y español. Un tropa, en definitiva, muy en la órbita de ERC, esa formación que sube como la espuma en las encuestas y que amaga con no apoyar los presupuestos catalanes. Lo dicho, que Mas no tenía previsto luchar contra los elementos, los que lleva a bordo y pugnan por destituirle, me refiero. Enemigo a la vista, sí, pero codo con codo.

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