Flix: ERE a un pueblo
Los despidos en Ercros amenazan a una población que lleva un siglo creciendo al amparo de «la fábrica»
Àlex gubern
En el pantano de Flix, justo en la orilla opuesta de la planta de Ercros, se encuentra la Reserva Natural de Sebes, un excepcional espacio que atesora uno de los carrizales más extensos de Cataluña y que conserva un bosque de ribera prácticamente intacto. Un ... paseo por su zona de humedales, avistando aves, disfrutando del entorno, es una experiencia inolvidable, una sorpresa para quien asocia únicamente Flix a la contaminación industrial y los lodos tóxicos del pantano, y ahora, para desgracia del pueblo, a los despidos anunciados por la empresa Ercros. Para lo bueno y para lo malo, la reserva de Sebes ejemplifica qué representa la planta de Ercros para Flix, y la razón que lleva a muchos a afirmar que el ERE en Ercros es en realidad un ERE al pueblo entero. Flix es «la fábrica», la misma que en sus 116 años de historia ha dado trabajo y riqueza a una población que, a diferencia de otras vecinas, no ha necesitado cultivar sus campos. En Flix apenas hay payeses en tanto que todo el mundo, o al menos quien quisiera, tenía trabajo en la planta. Y de ahí que una zona tan excepcional como la reserva de Sebes haya permanecido intacta.
Toda la actividad, claro, se concentraba en la otra orilla, en «la fábrica», que es como en Flix se conoce a la planta de Ercros. De abuelos a padres, de padres a hijos... generación tras generación «la fábrica» ha dado empleo y marcado el ritmo de vida de una población que durante años vivió al ritmo de la sirena que anunciaba el comienzo de los distintos turnos. Cuando «la fábrica» crecía, Flix crecía; cuando «la fábrica» se hacía pequeña, Flix lo notaba. «Nos acostumbramos al trabajo fijo. Aquí nunca faltó empleo», explica con un punto casi de culpa uno de los trabajadores de la planta, que como muchos en el pueblo comenzó a trabajar en la fábrica de aprendiz, siendo apenas un chaval.
Con una población sobre los 4.000 habitantes, el anuncio de ERE en Ercros ha caído como una condena en Flix, que se estima que cuenta con entre 250 y 300 familias que dependen directa o indirectamente de la planta, demasiado para un pueblo que creció arropado por la química. No solo eso, los flixancos temen que el ERE anunciado para 156 trabajadores (el 75% de la plantilla) es solo el preludio del cierre definitivo a medio plazo. Pero el reciente anuncio de que la química se aviene a reducir esa cifra a 103 les ha dado un leve respiro.
La movilización de los flixancos para salvar «la fábrica», y con ella el futuro del pueblo, ha sido total. Más de mil vecinos se trasladaron a Barcelona la pasada semana para protestar frente a la sede de la compañía, mientras que el comité de empresa ha convocado huelga indefinida, unas medidas de presión que no parecen ablandar a una compañía, cuya dirección ha dado plantón a las autoridades municipales y a los representantes de los trabajadores en su demanda de negociar. La respuesta desde el Ayuntamiento de Flix, presidido por el socialista Marc Mur, no ha tardado, y el alcalde amenaza con denunciar a la empresa por delito ecológico si no hay diálogo.
La angustia de un pueblo
La amenaza no es menor, y no alude a los lodos tóxicos del pantano, cuya extracción ya ha comenzado, según se anunció el viernes, sino a supuestos vertidos y almacenaje de productos contaminantes dentro del propio recinto fabril, algo más o menos conocido por la mayoría de trabajadores. «Quien contamina, paga», anunció el alcalde Marc Mur. Puede que no se consiga parar el ERE, sí al menos atenuarlo y mejorar las condiciones de los despidos. Mientras Flix sigue en plena conmoción, en la Reserva Natural de Sebes, la arpella, un águila en peligro de extinción que tiene en la reserva uno de sus últimos refugios en Cataluña, vive ajena a la angustia de todo un pueblo. Como esta semana gritaban los que se manifestaron en Barcelona, los flixancos solo piden seguir viviendo en Flix. Quieren detener un ERE que es contra todo un pueblo.
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