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Así era la Santa Teresa más terrenal

Pucheros o castañuelas son algunos de los objetos que se dejó la abulense en el convento de las Carmelitas Descalzas de Palencia

Así era la Santa Teresa más terrenal ical

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La cercanía del inicio de la celebración de los actos conmemorativos del V Centenario del nacimiento de Santa Teresa está haciendo que en todos los puntos geográficos de Castilla y León se quiera rendir homenaje a la Santa y de paso recordar el paso ... de esta por sus tierras. El último caso ha sido Palencia, donde Santa Teresa estuvo en tres ocasiones, concretamente en el Convento de San José de las Carmelitas. Descalzas, que ella misma fundó en el año 1850.

En esas visitas a tierras palentinas Santa Teresa se dejó algunos enseres que ahora adquieren especial valor. Así, un relicario protegido por una gruesa y vasta reja de pinchos de 1616 trasladada desde la iglesia del convento, entonces en la calle Eduardo Dato, se vislumbran entre barrote y barrote objetos que corroboran la afirmación del investigador y que hacen de la santa una mujer terrenal y cercana .

Una olla de cerámica que ya utilizó para cocinar Santa Teresa en su primera estancia en Palencia (del 28 de diciembre de 1580 al 29 de mayo de 1581) y una rueca para hilar, “porque tenía muy claro que había que trabajar para comer”, explica Martínez, perviven junto a documentos de gran valor como una carta escrita y autografiada por la santa abulense dirigida a su hermana Juana y fechada en Ávila, una silla de montar regalo de Jerónimo de Reinoso y otras reliquias para la veneración y el culto religioso como un trozo de paño con el que se cubrió a la mística nada más fallecer y en el que se conserva rastros de sangre, además de fragmentos de un hueso y piel.

Estos objetos reflejan cómo era la vida cotidiana de Santa Teresa, reseña Martínez, que describe a la abulense como «una señora de su tiempo que se movía entre pucheros al mismo tiempo que daba órdenes a los arrieros y los ponía firme, y trataba con nobles y lo hacía con correcta educación».

Quizás una de las muestras más curiosas de que Santa Teresa era una mujer de su tiempo y que vivía apegada a él son unas pequeñas y curiosas castañuelas y un tamboril que también utilizó durante su primera estancia en Palencia y que guardan con celo y veneración las carmelitas palentinas.

Castañuelas y tamboril para la Navidad

La madre superiora, sor Celia, explica que la llegada de la santa para fundar la orden en Palencia coincide con la Navidad, una fiesta muy celebrada entre las religiosas y que tradicionalmente se acompaña de música y el canto de villancicos, entonces denominados coplas. Estos instrumentos de los que la mística arrancó acordes están finamente tallados y constituye ya solo desde el punto de vista artístico y musical unas auténticas joyas del siglo XVI, resalta Charo Díez, documentalista y miembro junto a Martínez de la comisión municipal para la celebración del V Centenario del nacimiento de Santa Teresa de Jesús.

Además del tamboril y de las castañuelas, en el convento de las carmelitas se conservan guardados y en perfecto estado de conservación los textos originales de coplas escritas de la mano de Santa Teresa de Jesús que se cantaron en la celebración navideña de ese 1580.

Completan la muestra de la huella de Santa Teresa en Palencia otros artículos de su uso personal como una toca y un velo, que en una carta enviada a la priora de Sevilla la abuelense le agradece su envío desde la capital andaluza, y una camisa que se dejó en su última estancia (del 27 de julio de 1582 al 26 de agosto de 1582).

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