salud y sociedad
Alcoholismo: una «cura» llamada terapia
La últimas encuestas sitúan en 6.700 el número de personas con dependencia de esta sustancia y en tratamiento. Además, el 80% de los jóvenes de la región, de entre 14 y 18 años, consume alcohol
diana g. arranz
Resulta que en este país es muy difícil decir que no quieres tomar un vino», afirma uno de los participantes en la terapia de la Asociación Vallisoletana de Alcohólicos Rehabilitados (Avar) a la que ABC ha podido acceder. Un hombre que asegura vió cómo la ... adicción podía dar al traste con todo su esfuerzo profesional. El eco de la lacra del alcohol es cada vez más intenso y frecuente entre la sociedad. Las nuevas formas de ingestas, relacionadas normalmente con los colectivos más jóvenes, ponen la alarma en la permisividad y facilidad con la que cualquier persona puede, hoy en día, tener acceso a la droga más dura.
Una sustancia altamente adictiva que se sitúa a la cabeza en cuanto a cuotas de mortalidad y coste económico. Por no hablar de las repercusiones a nivel social, familiar y personal que la adicción al alcohol provoca en aquellas personas que se convierten en «esclavos» de una costumbre demasiado asumida en nuestro país, como es la de consumir este tipo de bebidas.
«No es fácil reconocerte como un enfermo pero es lo que somos, y sin ello no se puede salir», afirman casi en su totalidad. La mayoría de los accesos a este tipo de asociaciones se deben a la influencia de las familias, «cuando la situación se torna imposible y el alcohólico trata de contentar a los suyos, muchas veces pensando en volver a beber pasados unos días», asegura José Luis Maté. En otros casos son derivados por la justicia como parte del cumplimiento de sanciones. A pesar de que en pocas ocasiones el acceso es voluntario, los profesionales de las asociaciones aseguran que sólo con este tipo de apoyo es posible «combatir» una adicción tan específica como la del alcohol.
«Los años nos demuestran que sin las terapias, tanto grupales como individuales, que aquí realizamos un altísimo porcentaje de ellos no conseguiría mantenerse fuera de la adicción», comenta la trabajadora social de la Asociación vallisoletana de Alcohólicos Rehabilitados (Avar), Asunción Bombín de la Cuesta.
Si nos centramos en los últimos datos oficiales, la Encuesta Nacional de Salud 2011/2012 refleja que un 1,7 por ciento de la población adulta (más de 15 años) realiza un consumo elevado de alcohol con riesgo para su salud. La medición de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sitúa la cuantía de ingesta en 280 gramos en hombres y 168 gramos en mujeres, a la semana, como la situación de peligro para el consumidor, o lo que equivaldría a 28 y 17 copas de vino o vasos de cerveza repectivamente, y la mitad de cantidad en el caso de bebidas destiladas de alta graduación.
Ser testigo directo de una terapia grupal sirve para sondear la opinión de más de 25 usuarios. Algunos hablan y otros prefieren permanecer comos observadores, pero en sus manifestaciones se constanta la gran importancia que este «hogar» supone en su proceso de rehabilitación, «y para seguir cada día, y cada año y toda la vida sin volver a probar el alcohol», comentan.
A pesar de que no todas las personas con problemas con esta sustancia reciben asistencia, los datos hablan de que en Castilla y León son 6.700 los enfermos que están tratando su dependencia y que de ellos, unos 3.000 lo hacen precisamente a través de estas entidades.
Más mujeres jóvenes
El porcentaje de mujeres de entre 15 y 24 años que reconoce beber superando del umbral de riesgo se sitúa muy por encima del de los hombres, con tasas del 2,4% y 1,1% respectivamente. En este sentido, la comunidad de Castilla y León (junto a Extremadura y Aragón) destaca en negativo en cuanto a lo que se refiere al tipo de consumo intensivo episódico (fines de semana, eventos, fiestas,...), con una tasa de incidencia del 8 por ciento frente al 4,5% nacional.
Frente al enunciado frío y estadístico de datos se encuentran cada una de las personas que deben hacer frente a un problema de salud que, en principio, se plantea «sin cura» y con difícil reconocimiento.
«No hay ninguna probabilidad de recuperación si el afectado no reconoce que tiene un problema con el alcohol», afirma José Luis Maté Montero, presidente de la Federación de Alcohólicos Rehabilitados de Castilla y León. Como individuo que lo ha vivido en primera persona, este hombre sabe que es necesaria mucha fuerza de voluntad y los recursos necesarios para poder hacer frente a una de las adicciones más duras.
«Debemos ser conscientes de que la única cura es no beber, nada y nunca a lo largo de todo el resto de nuestra vidas», y para que esta situación se mantenga, «resulta del todo imprescindible poder acudir a las terapias que se desarrollan en las asociaciones de alcohólicos rehabilitados».
19 asociaciones
Actualmente, en la región existen 19 entidades de este tipo que, fundamentalmente, ofrecen asesoramiento y tratamiento psicoterapéutico a todas aquellas personas que lo precisen, tanto afectados por la adicción como a sus familiares y entorno.
El propio sistema regional de salud disponen de una red de asistencia cuyo funcionamiento se establece en el VI Plan Regional sobre Drogas, y que dispone de una estructura asistencial formadas por equipos de salud mental, unidades de tratamiento del alcoholismo, así como unidades psquiátricas y de desintoxicación. No obstante, y de forma complementaria a este tipo de servicios se sitúan las asociaciones de usuarios que se convierten en la verdadera «tabla de salvación» de aquellos que deciden y apuestan por librarse de la dependiencia hacia esta sustancia.
Alguno inicia hoy su proceso, otro lleva más de 16 años «sobrio», para varios no es la primera vez que deben iniciar «la lucha», pero para todos es gratificante tener dónde acudir y con quién poder hablar.
«Casi todos coinciden en afirmar que estar con personas que pasan por lo mismo es motivador», nos comenta Asun, la trabajadora social. Y es que ser alcohólico, hoy en día, sigue suponiendo un estigma social y no un problema de salud.
«Y si se trata de de una mujer aún peor, por lo que tendemos a beber a escondidas, en nuestras casas y con suficiente tiempo para que nos podamos recuperar un poco antes de que nuestros maridos o hijos regresen».
Control de cada decisión
Cada caso es diferente y a la vez igual, un día descubren que el alcohol forma una parte indivisible de su ser. Que controla cada decisión, hasta el punto de que para poder seguir en pie sólo encuentran la solución en ingerir algo de la sustancia.
Sin embargo, esta profesional no duda en hacer evidente los problemas de viabilidad que estas entidades están sufriendo «ya que la crisis nos ha recortado financiación, y la que nos llega viene tan tarde que hace muy complicado poder seguir trabajando», reclama preocupada esta joven, implicada principalmente con sus usuarios «a quienes no podemos dejar sin terapia».
Ellos también se quejan de los pocos recursos asistenciales que existen, y exigen un mayor apoyo gubernamental a estas entidades, «que es donde verdaderamente acudes cuando estás mal, cuando las cosas se complican, cuando vuelves a tener ganas de beber, cuando quieres sentirte acompañado con tu verdad sin sentir vergüenza ni tener que ocultar tu problema».
Además, todos reclaman mayor información y apoyo por parte de los medios de comunicación, «que debéis contar bien en qué consiste este problema de salud y evitar seguir fomentando estereotipos que no nos ayudan y hacen más difícil poder tener una vida plena y normalizada».
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