La solidaridad gana fuerza

Este es el ejemplo de una de las miles de personas que forman parte del colectivo de voluntarios «y que con la llegada de la crisis comprobamos que crece día a día», afirma Luisa Lobete, presidenta de la Plataforma de Voluntarios de Valladolid . Aunque reconoce que también son más necesarios que nunca, «porque el número de receptores de la ayuda también se ha incrementado mucho con esta crisis».

Con la resaca de la celebración, ayer, del Día Internacional del Voluntariado , los responsables de diferentes organizaciones abogan por la coordinación y el trabajo en red, «para dotar de calidad las acciones», comenta Irene Sánchez, trabajadora social de Accem Valladolid . «Hay entidades de mayor envergadura que no tienen tantos problemas, pero otras más pequeñas precisan de mayor exposición pública para que la gente se una a sus filas», apunta Lobete, quien también destaca «que muchas veces entre entidades nos derivamos a receptores de las ayudas porque precisan de apoyos en diversos ámbitos», y de ahí la importancia de que los voluntarios estén formados.

Una de las entidades más «importantes», por su trayectoria histórica y por su volumen «social» es Cruz Roja . Concretamente en la delegación de Valladolid colaboran actualmente 4.494 voluntarios, de los cuales el 61,30% son mujeres y el 38,69% hombres. Gracias a la intervención del voluntariado, la entidad ha atendido durante el pasado año a unas 80.000 personas, a través de los diferentes planes, programas y proyectos.

Según los datos de su informe sobre «Vulnerabilidad Social» que analiza la situación de las personas atendidas por Cruz Roja, se refleja que el riesgo de pobreza o exclusión social afecta ya al 93% de las personas atendidas por la institución. El 81,9% de las personas que ayuda esta ONG vive por debajo del umbral de la pobreza (renta menor de 627,78 euros al mes) y presenta una tasa de paro del 65,89%. Además, cerca del 50% de los desempleados que ha pasado por la organización lleva más de dos años en paro y de ellos, el 51% carece de cobertura de desempleo o rentas mínimas. El informe revela también que un 79,9% de los que tienen empleo es trabajador pobre.

«El perfil de la persona que se convierte en voluntario es aquel que tiene una inquietud frente a las desigualdades», explica Luisa Lobete, «aquel que no le gusta lo que pasa y que aunque no pueda cambiarlo hace algo para mejorar en lo que se pueda».

Aunque tradicionalmente el movimiento del voluntariado nace del entorno de los jóvenes, Lobete reconoce que en esto también ha habido una evolución. «No sólo podemos decir que cada vez hay más voluntarios, sino que cada vez son más variados», afirma, «ya que la edad de jubilación, o la situación de desempleo, y la finalización de estudios sin contratación inmediata han hecho que muchas personas quieran ocupar su tiempo ayudando en proyectos sociales», añade la presidenta de la Plataforma.

Las opciones son múltiples, con intereses diferentes, pero en el fondo iguales: favorecer los caminos de la igualdad y los derechos básicos a aquellos que les han sido privados por diversas situaciones.

«Cada persona posee una cualificación, bien profesional o de bagaje personal que los hace idóneos, en todos los casos, para convertirse en un voluntario», anima Luisa Lobete . «Cada uno dedide qué le interesa más y hasta dónde puede implicarse, en sus tiempo y dedicación», asegura, y anima a que todo el mundo lo experiemente, «pero sobre todo a educar desde las etapas más tempranas a los jóvenes en la conciencia de la solidaridad».