humanidades

Sabia del «árbol de la ciencia»

Los responsables de estas titulaciones defienden la relevancia de estos estudios para conformar un pensamiento crítico

Sabia del «árbol de la ciencia» d.arranz

cristina rosado

El pasado 11 de febrero, el Papa anunció al mundo su renuncia al Papado. La primera periodista que dio la noticia lo logró porque sabía latín, la lengua en que Benedicto XVI dio a conocer su decisión. Ella cumplió su cometido porque estaba preparada ... para ello. Éste es un ejemplo extremo de que ningún conocimiento sobra, pese a que la sociedad actual parezca infravalorar los humanísticos.

A esta idea se aferran los profesores de las titulaciones de humanidades para hacer ver que, en medio de una corriente social cada vez más fuerte en la que prima el utilitarismo, encontrar un empleo en medio de una honda crisis y la visión más práctica y a corto plazo del conocimiento, el saber que ofrecen esas titulaciones sigue pleno de sentido porque a su juicio, no sólo se busca el progreso técnico sino también la humanidad en su amplio significado.

Para el vicedecano de la Facultad de Filosofía de la Universidad de Salamanca, Antonio Notario, «este es un problema de rentabilidad a corto plazo que por supuesto no pueden tener los estudios de humanidades; hay una apuesta por la ciencia y la tecnología porque eso nos pueda sacar de la crisis y creo que eso es un error; las humanidades también tienen mucho que decir».

Crítico con la reforma de la Ley educativa que plantea el Gobierno central, ya que la LOMCE elimina dos de las tres materias obligatorias que venían componiendo el ciclo completo de los estudios de Filosofía en la Educación Secundaria (la «Educación Ético-Cívica» de 4º de ESO y la «Historia de la Filosofía» de 2º de Bachillerato) -lo que también ha provocado contestación en el colectivo de docentes y en las facultades de Filosofía españolas-, Notario considera que «se está produciendo una crisis de las humanidades en toda Europa y ésta no puede perder una parte de su identidad y sus raíces».

«Hay estudios más prácticos, como la Historia del Arte, y otras ramas que no son tan rentables a corto plazo», asegura, mientras cita como ejemplo la reciente edición de los diarios de Unamuno por la Universidad de Salamanca, «Diario íntimo», obra del investigador Etelvino González, «y es un trabajo oscuro, de archivo, pero sobre el cual cabe decir que es fundamental saber qué han dicho los pensadores a lo largo de la Historia».

Para este docente, los proyectos de las titulaciones de humanidades «son trabajos menos lucidos que otros en áreas como la del cáncer o en bioquímica, pero los filósofos están en los comités de bioética de los hospitales, en decisiones gubernamentales que tienen que ver con la medicina o en la promulgación de leyes», una visión que aleja ese prejuicio de la «falta de salidas profesionales» de estas carreras.

Sobre las causas de esta situación, Notario asegura que «son complejas» y que en España, «estamos pagando un poco el precio de la Transición, en que figuras como Aranguren o Tierno Galván se convirtieron en protagonistas y todos conocíamos qué habían hecho y dicho». Hoy, la siguiente generación, integrada por grandes filósofos «como Eugenio Trías (recientemente fallecido), Javier Sádaba, Fernando Sabater o Félix de Azúa, está próxima a la jubilación y la siguiente generación todavía no ha llegado para generar conciencia crítica en la sociedad, para generar ese conocimiento; estamos necesitados de caras nuevas que ejerzan esa función».

La decana de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Valladolid -la segunda Facultad de esta institución por número de alumnos y que imparte 10 grados-, Milagros Alario, asegura que, «lejos de ser unos estudios rancios, pasados de moda y basados en la vieja imagen de la cultura sin más, formamos parte de la Cultura con mayúsculas y no hemos perdido el tren de los tiempos o de las nuevas tecnologías y somos plenamente conscientes de que una parte de nuestros titulados debe poder competir en un mercado de trabajo difícil».

Su diagnóstico, por tanto, está alejado de esa falta de salidas para estos titulados, sobre todo cuando afirma que «en la gestión de recursos humanos hay bastantes titulados de Filosofía y Letras trabajando en cuestiones que tienen que ver con la ética o con la responsabilidad social», y añade que «la visión humanística te da capacidad de integrar conocimientos y una visión crítica», aunque también alude a que en España «vamos con retraso y ya en muchas universidades europeas como las alemanas o las anglosajonas se plantean como una necesidad que los estudios técnicos incorporen una parte humanística porque son elementos fundamentales para articular la capacidad mental, la de las relaciones sociales, la oratoria, etcétera».

«La empleabilidad de nuestros titulados es alta y ajustada a la realidad», sostiene, sobre todo en las titulaciones que disponen de menos alumnos y no tanto en otras como la de Periodismo. En este sentido, añade que «hay muchos preconceptos erróneos sobre que son estudios inútiles» y para apoyar esta tesis apunta una reciente situación vivida en su Facultad, con una persona que acudió a ella buscando titulados para determinados puestos de trabajo «y no teníamos suficientes».

Estos estudios universitarios no parecen haber podido zafarse de la tendencia social de cuantificar su valor en términos exclusivamente económicos y cuantitativos y respecto a esto, Alario manifiesta que pese a la difusión que hacen de sus estudios y de estas circunstancias «es difícil luchar contra esos preconceptos sociales», a los que, a su juicio, contribuyen los ranking sobre los estudios más demandados: «es un error para todos, también para las carreras técnicas, intentar llevar un proceso de formación a números y los indicadores objetivos cuantitativos perjudican o hacen que no se prime la calidad en esa valoración».

Por el contrario, Alario cita que «hay resultados medibles muy buenos» en estas facultades «porque hay personal con un importante rodaje en investigación en humanidades». Así, la Facultad de Filosofía y Letras de la UVA logró el 30% de las ayudas nacionales que llegaron a esta Universidad para proyectos de I+D+i competitivos en la convocatoria de 2012. En concreto, lograron 11 proyectos del total de 46 concedidos a la UVA, por un importe que alcanza los 300.000 euros -el monto total de Ciencias se acerca a los 900.000 euros, pero sus proyectos también son más «caros»-. «Tenemos importantes proyectos en Historia, en Arqueología, y Clásicas tiene proyectos muy relevantes también, y de mucho dinero», concluye Alario.

Apoyada en estos datos, Alario dice ser «muy optimista» respecto a estas titulaciones ya que «no pueden desaparecer porque desaparecería la sociedad como la conocemos» y sostiene que «éste siempre ha sido un tema pendular en la sociedad: se va de una vertiente más humanista a otra más técnica y después sucede al revés».

También en la Universidad de Valladolid, su rector, Marcos Sacristán, afirma que la «preocupación por las humanidades no es de hoy sino que llevamos una serie de años en que el interés y el aprecio de la sociedad y sus representantes políticos se va desplazando desde las humanidades y lo que era la cultura hasta mediados del siglo XX hacia la aplicación técnica de los estudios científicos y esa preocupación se ha agudizado en los últimos años».

Asegura que «sin dramatizar, debemos estar preocupados» y alude a que luego está «la opinión de la sociedad respecto a que las humanidades no son importantes, que no ayudan a encontrar trabajo, etc.», a la vez que puntualiza que esta idea «afecta también a las ciencias sociales como el Derecho y hay cierta tendencia a centrarnos en el Derecho positivo, más que en la historia del Derecho o en otras consideraciones, como también pasa con las Matemáticas».

Pensamiento abstracto

A su juicio, esto da idea de que se está produciendo un «rechazo al pensamiento abstracto y es preocupante porque también es síntoma de otra crisis en nuestra sociedad porque las personas no tienen hábito de esforzarse». Y cita argumentos de otros autores como los que señalan que «los profesionales bien formados en disciplinas científicas y técnicas hiperespecializadas, pero sin una mínima cultura humanística, pueden ser más proclives a engullir de modo acrítico los mensajes cada vez más simplistas de nuestros políticos» (de un artículo de María Paz López) y sostiene que «no decimos que es que esto sea buscado por los políticos, pero les favorece».

En este sentido, sigue defendiendo la utilidad y la relevancia de estudios como los humanísticos frente a la devaluación social que parecen padecer porque «de ellos hoy tenemos necesidad, como en otros momentos y a lo mejor más que nunca, primero por ese enfrentamiento crítico que producen en la sociedad frente a la realidad y porque las Matemáticas o la Filosofía son un instrumento muy eficaz para buscar salidas imaginativas a los problemas».

El rector de la UVA también indica que las causas de toda esta situación son múltiples a la hora de repartir responsabilidades, y «por un lado están los intereses de los políticos y luego, los defectos que tenemos los profesores de humanidades y ciencias sociales por dejarnos llevar por esa corriente», por lo que a su juicio, «debemos esforzarnos por evitar esas causas del declive al que cierta comodidad de los profesores nos ha llevado a veces y nos ha hecho no mostrar la utilidad de esos estudios».

También en un momento en que en Castilla y León se está produciendo una reorganización de las titulaciones universitarias y que, por ejemplo, los Estudios Clásicos de la Universidad de Valladolid deberán buscar salidas como compartir créditos o fusionarse con otra titulación, Sacristán alude a que una de las salidas para esta encrucijada será «adaptar nuestros estudios a esa utilidad y hacérselo ver a la sociedad», a la vez que se «combinan con los estudios técnicos», de modo que «no se trate de sustituir o prescindir de contenidos en el núcleo más importante de los mismos, porque una formación humanística necesita de años de estudio, pero sí de complementar la formación a través, quizá, de los máster».

Y es que, si de estudios de humanidades se trata, estos son los que han dado sentido a universidades como la de Salamanca, con 800 años de historia. Los responsables de estas titulaciones no dejan de lado que la universidad surge de la universalidad del conocimiento y en el caso de Salamanca, «las humanidades son las que han marcado la pauta», como apunta el decano de la Facultad de Filología de la USAL, Vicente González. Para este catedrático de Filología Italiana, «Salamanca no hubiera tenido el lugar que hoy tiene en el mundo si no hubiera tenido su Universidad» y en ella son «fundamentales» los estudios humanísticos. Para justificar esto da como cifra los 10.000 alumnos extranjeros que la USAL recibe cada año, atraídos por su Facultad en su mayor parte, pero también los relevantes proyectos de investigación que generan estas titulaciones: «tenemos proyectos europeos de 800.000 euros y acabamos de presentar uno con universidades de lugares como Túnez, Munich». Quizá por ello, también critica los ranking que hacen las universidades anglosajonas, «con los item que les interesan» y alude a que «los trabajos de Medicina tienen más vistosidad, pero no el impacto internacional que tenemos nosotros en las universidades extranjeras».

Con capacidad reflexiva

También cita a Umberto Eco y una conferencia que éste tituló «Humanistas, el futuro es vuestro», donde vino a decir que estamos en un momento en que los tipos de enseñanza se tienen que cambiar y un humanista es el prototipo de pensamiento flexible», por lo que sostiene que «lo que demandan las empresas son personas que dominen lenguas, con capacidad reflexiva y de adaptarse a cambios», personas especialistas, pero «que van a competir con especialistas de todo el mundo». Un ejemplo lo encuentra en que «la mayoría de los grandes ejecutivos de Italia son licenciados en Filosofía, Historia, Filología..., porque son los que toman las decisiones; para el trabajo diario tienen a los técnicos».

Este catedrático afirma tajante que también hay que tener en cuenta que «la enseñanza no se puede medir en términos de rentabilidad inmediata» y que «es un lujo tener expertos como los que conocen lenguas como el Hebreo o el Arameo», además de que tampoco es cuestión de que el ahorro justifique recortes de titulaciones: «nosotros nos arreglamos con 45.000 euros de presupuesto este año, que es lo que cobra un santón de los que están por ahí dando conferencias».

Sabia del «árbol de la ciencia»

Artículo solo para suscriptores

Accede sin límites al mejor periodismo

Tres meses 1 Al mes Sin permanencia Suscribirme ahora
Opción recomendada Un año al 50% Ahorra 60€ Descuento anual Suscribirme ahora

Ver comentarios