Robots con vocación social

Uno de los objetivos de este club -que toma su nombre de un programa informático de los años 80 que buscaba enseñar a programar a través de un juego y mezcla las iniciales del instituto-, se prepara para que los alumnos compitan en la First Lego League, competiciones de robots compuestos por piezas de esa marca, pero el objetivo se ha hecho mucho más ambicioso y trasciende ese afán competitivo.

Uno de los impulsores de la idea, Julio Hernández Gonzalo, profesor de Tecnologías de la Información y de Electrónica en el Cristo Rey, afirma que este club nace «para promocionar la robótica entre los alumnos, pero no sólo para el certamen de Lego, sino que como este año ese concurso tiene una temática social, como son los mayores, pretende que los alumnos se sensibilicen con los temas sociales». «Nos preocupa, más que la competición, que los chavales investiguen como personas comprometidas que somos y nos importa que sepan que lo que construyen puede cambiar las cosas».

Los alumnos que lo integran están en cursos que van desde 3º de Educación Primaria a 1º de la ESO , y pretenden que a través de este club, los alumnos de Bachillerato formen a su vez a los más pequeños en robótica, en programación, en física, etc., cuestiones sencillas, pero que les puedan ayudar a progresar en sus conocimientos sobre la robótica.

Además de la influencia académica positiva que esta actividad extraescolar puede tener para que los alumnos adquieran conocimientos, no se deja de lado la parte lúdica, que también la tiene ese proyecto, porque nace como «un modo diferente de ocio», como puntualiza Julio Hernández. De este modo, este profesor alude a que «la tecnología puede ser una oportunidad estupenda para utilizar en el tiempo libre y para que los chavales puedan adquirir conocimientos y valores».

Este profesor asegura también que «hay un interés tremendo» entre los alumnos y los profesores por esta actividad, que se desarrolla los jueves de 16:00 a 17:30 horas como una actividad extraescolar.

Desde este club de alumnos y profesores también mantienen contacto con la asociación de robótica Amuva , constituida por alumnos de la Universidad de Valladolid. «Conocíamos su actividad y nos pareció interesante replicar esa experiencia en el instituto» y en otras etapas educativas, apunta Hernández Gonzalo para explicar otra de las claves del nacimiento del club de robótica CRobots.

Además, esa conexión con la realidad social está muy presente en el trabajo que estos profesores del Instituto Politécnico Cristo Rey quieren llevar a cabo con los alumnos y ya han contactado con varios centros de mayores de la capital vallisoletana y han realizado una visita al del barrio vallisoletano de La Victoria, con el fin de conocer la realidad de los ancianos de ese centro y en breve realizarán una segunda visita a otro centro, el Cardenal Marcelo. Todo ello para poder conocer las inquietudes y necesidades que vive el colectivo de mayores y tomar ideas para hacer sus robots y que tengan una utilidad práctica para las necesidades que tienen esas personas. No en vano, como señala el profesor Julio Hernández, «ganar no es nuestra meta, como no lo es el prestigio por sí mismo, sino contribuir a mejorar situaciones que se dan a nuestro alrededor».