Tui «monopoliza» el turismo canario

Si tenemos en cuenta que en números redondos nos visitan más de 12 millones de personas al año, tan sólo queda una mínima parte de pequeñas agencias que resisten como pueden ante el dominio apabullante de las grandes empresas como TUI, Thomas Cook, My Travel o JMC. Traducido en dinero podemos hacer un ejercicio sencillo para que lo entienda todo el mundo: si suponemos que cada turista se gasta 100 euros diarios como media en nuestro Archipiélago, un tercio se lo lleva el transporte, mayoritariamente el avión que, casualmente, suele pertenecer o depender del turoperador de turno; el otro tercio es para el lugar donde se aloja, normalmente el hotel muchos de ellos también de ellos y, el último tercio, el dinero de bolsillo, es lo que se gasta en el destino.

De esos tres elementos, el que lo tiene más difícil es el hotelero al que todos, sin excepción, pero principalmente los turoperadores, exigen cada vez más que baje los precios pero sin que pierda la calidad, lo que repercute en el margen de beneficios de los empresarios y, cómo no, en la política de empleo, al verse abocados muchas veces a no poder contratar al todo el personal que realmente necesitarían para afrontar con cierta solvencia las necesidades de atención de sus propios huéspedes. La realidad es que es un equilibrio muy difícil el que tienen que llevar a cabo los directores de los hoteles y una responsabilidad que no siempre es entendida ni compartida.

Ahora, para más inri, nos hemos enterado de que la todopoderosa TUI alemana, se ha hecho con el 45 % de la TUI Travel inglesa; lo que viene a representar que el turoperador alemán se hará con algo más del 33 % del turismo que llega a Canarias; lo que se traduce en que controlará el destino vacacional de más de cuatro millones de personas. Esto es un hecho importante porque supondrá que un mismo grupo empresarial asumirá las decisiones de cuáles serán los mejores destinos, muchas veces en función de circunstancias coyunturales producidas casi siempre por inestabilidades políticas o bélicas, de los turistas que están dispuestos a viajar a cualquier lugar del mundo.

Este hecho no deja de ser en la práctica un monopolio -al surgir de dicha fusión el que será probablemente el mayor grupo turístico del mundo-; mucho más proclive a llevar a cabo determinados actos de fuerza que, en todo caso, pueden terminar perjudicando la acción comercial de los empresarios hoteleros al verse, aún más, condicionados ante una posición de influencia global que les obligue a bajar aún más los precios.

Canarias, pues, tiene un nuevo reto que afrontar ya que para nosotros no es nada fácil competir con otros destinos turísticos que no tienen que hacer frente a unos costes sociales y salariales europeos, por lo que no nos queda más remedio que apostar por la calidad, la renovación y la innovación, no sólo de las instalaciones hoteleras, sino de las infraestructuras de transportes y aéreas así como de la variedad de la oferta que no se puede quedar tan solo en el binomio sol-playa, sino que nuestro ofrecimiento ha de ir hacia un ocio diferente además de mostrar nuestra cultura, nuestra gastronomía y, como no, nuestra tierra que para algo es la más hermosa.