impertinencias liberales

Los límites del poder

Lo que no tiene pase posible es el llamamiento al boicot a Sacyr y La Caixa efectuado por el todavía presidente del Gobierno, Paulino Rivero, y los presidentes de los Cabildos de Lanzarote y Fuerteventura, Pedro San Ginés y Mario Cabrera

antonio salazar

Un grupo de manifestantes decide llamar al boicot contra las gasolineras que Repsol tiene en el Archipiélago. Hasta Murray Rothbard, que los consideraba boicot secundarios, los admitía como legítimos siempre y cuando no se produjese coacción, violencia ni se afectasen derechos de propiedad, por ejemplo, ... impidiendo el paso al recinto. No resulta tan sencillo entender el exceso en la cobertura de una siempre dispuesta RTVC, capaz de convertir medio centenar de personas en un éxito sin precedentes.

Lo que no tiene pase posible es el llamamiento al boicot efectuado por el todavía presidente del Gobierno, Paulino Rivero, y los presidentes de los Cabildos de Lanzarote y Fuerteventura, Pedro San Ginés y Mario Cabrera, quienes en comparecencia conjunta lanzaron una seria advertencia a los accionistas de referencia de la compañía petrolera, Sacyr y La Caixa, recordándole sus negocios en las Islas y los riesgos en los que incurrirían de seguir adelante con las prospecciones.

Este simple enunciado, muy al estilo de los mejores diálogos escuchados en películas sobre organizaciones mafiosas, fue ampliamente celebrado por diversos medios de comunicación que lo interpretaron como un pulso de las administraciones en defensa del interés general, aunque debería avergonzar a los ciudadanos a los que dicen representar los tres citados.

Personajes que pretenden investirse de una autoridad ilimitada y sobre las que nos advirtiera Frederic Hayek en su momento, cuando subrayaba los defectos de lo que él llamaba "democracia de masas o gobiernos con poderes ilimitados, con un poder discrecional prácticamente absoluto para hacer todo aquello que se considere conveniente hacer".

Y son precisamente los límites al poder los que definen la calidad institucional, con una democracia limitada donde una mayoría elige al gobierno y éste luego debe regirse mediante una serie de reglas pautadas (Constitución) que permitan preservar los derechos de todos, incluso los que no votaron al gobierno ganador.

Por expresarlo de otro modo, en una democracia al gusto de Cabrera, San Ginés y Rivero, sería perfectamente razonable convocar una consulta para echar de las Islas al, por ejemplo, Ministro Soria. Pero tal cosa es sencillamente inconcebible en una democracia de poderes limitados.

A Hayek también le preocupaba la permanente intervención en la economía de gobernantes así, no porque la mayoría fuese intervencionista, sino porque el partido que lo apoya no retendría la mayoría si no comprara el apoyo de grupos particulares con la promesa de ventajas especiales, algo que observamos a diario en el quehacer de estos nuestros redentores que identifican a un grupo de votantes a los que dirigirse de manera constante, aun contradiciendo pasados discursos y promesas electorales.

Un asunto grave que, afortunadamente, ha sido denunciado por el presidente de la Confederación Canaria de Empresarios, Agustín Manrique de Lara, quien considera que "las amenazas directas a las empresas privadas son preocupantes". Pasamos de las insinuaciones a las amenazas, pero muchos en las Islas siguen tocando música plácidamente en la terraza del Titanic.

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