Unos ganan lo que otros pagan

Antes de que alguien me lance una pedrada, verde ecologista pero pedrada al fin y al daño, diré que no tengo absolutamente nada contra la generación de energía eléctrica por la acción del viento, del Sol, geotérmica, por biomasa o por la acción de las mareas. De momento todas esas fuentes de generación englobadas bajo el término de limpias son complementarias de las centrales térmicas convencionales y ni remotamente son, al menos por ahora, una alternativa seria y fiable de suministro, ni en cantidad, ni en fiabilidad o continuidad del suministro y, ni mucho menos, más económicas que las de siempre, incluidas las nucleares .

Este anuncio hecho al Gobierno de Canarias por el secretario de Estado de Energía, Alberto Nadal , de obligar a los distribuidores de electricidad a comprar la producción de los aerogeneradores a 84 euros el megavatio no es más que otro atentado liberticida contra el bolsillo de los consumidores , vía recibo eléctrico, y contra los contribuyentes por el resto de las subvenciones graciosamente otorgadas para esas instalaciones a sus concesionarios.

Hay dos mantras que se repiten insistentemente para «defender» lo que no necesitaría defensa alguna, si fueran ciertas sus premisas . Uno es que esas instalaciones son necesarias para potenciar el I+D en Canarias. A lo sumo, lo serían para incentivar la innovación en el sector, porque la investigación y el desarrollo ya vienen hechos de origen en los lugares donde se fabrican esas máquinas. Aquí sólo se instalan para que algunos intermediarios disfrazados de verde se lucren a costa de una adulteración de la libre competencia en perjuicio de casi todos .

El otro mantra, eslogan en toda manifestación ecologista que se precie , es que hay que prepararse para el inmediato futuro porque el petróleo se acaba, y además se están cargando el planeta, la Tierra quieren decir y no la editorial de Lara. Y el Gobierno de Canarias no quiere, eso parece decir, ni que se empiece a acabar el oro negro al oponerse a las prospecciones.

Václav Klaus , expresidente de la Republica Checa, decía en su magnífico libro «Planeta azul (no verde)» que la edad de piedra o la del hierro no se acabaron porque se terminaran las piedras o el metal, sino por un avance de la tecnología en el momento adecuado sin que ningún político ni grupo ecologista lo impusiera , sino porque la sociedad libre y el avance del conocimiento así lo propiciaron. También se pregunta Klaus ¿qué está en peligro, el clima o la libertad?

La prueba del algodón de que es rigurosamente falso el que estas energías complementarias sean muy rentables, con el infantil argumento de que el viento es gratis, es que para instalarlas es necesario subvencionarlas y hacer pagar al consumidor un sobreprecio por los kilovatios que consuma. Y es, dicho claramente, que unos ganan con el favor de los políticos , no con su esfuerzo, lo que otros pagan obligados por tarifas impuestas y no fijadas por el mercado libre.

Por cierto, ¿en qué quedaron aquellos molinillos con los que el concejal socialista Néstor Hernández López pretendía hasta limpiar la atmósfera de la avenida Marítima de CO2 y suministrar energía para hacer los cafelitos en el Ayuntamiento? ¿Pero no decía que era un gran ahorro para las arcas públicas? Y es que, como dijo G. K. Chesterton , «estamos pereciendo por falta de capacidad para maravillarnos, no por falta de maravillas».