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MEDIO AMBIENTE

El trasvase del Ebro, descartado por Rajoy

Murcia trata de resucitar un proyecto que el PP enterró en sus pactos de gobierno tras las elecciones autonómicas de 2011

El trasvase del Ebro, descartado por Rajoy fabián simón

ROBERTO PÉREZ

El nuevo presidente de Murcia, Alberto Garre, trata de resucitar el proyecto de trasvase del Ebro. Ese que diseñó el PSOE a primeros de los años 90 y del que luego renegó; el mismo -en esencia- que sacó adelante el Gobierno de Aznar hace casi quince años y contra el que el PSOE puso el grito en el cielo, pese a que era de mucha menor entidad -en volumen de agua a travasar- que el que había ideado el Ejecutivo de Felipe González unos años antes.

Zapatero, nada más llegar al Gobierno en 2004, se encargó de abortar el proyecto que había arrancado con una primera piedra colocada por el Gobierno de Aznar en acto oficial poco antes de las elecciones generales de aquel año. Ahí empezó y acabó el trasvase del Ebro, en una única primera piedra.

En el fondo, Zapatero le quitó un problema a la dirección del PP que sucedió a Aznar. Derogado el trasvase, derogado el conflicto que había secado electoralmente en las urnas al PP en Aragón. Y, llegado Rajoy de nuevo a La Moncloa, el trasvase del Ebro sigue enterrado. La dirección nacional de los populares no se ha planteado resucitar esta faraónica obra a la que nunca han renunciado los que iban a ser destinatarios del agua del Ebro a transferir: la Comunidad Valenciana, Murcia y Almería.

Ahora, sobre el trasvase pesa una doble acta de defunción. La que firmó Zapatero cuando lo derogó de la Ley del Plan Hidrológico Nacional; y la que, implícitamente, rubricó Rajoy en vísperas de tomar posesión como presidente del Gobierno.

El 11 de julio de 2011, Rajoy avaló expresamente el pacto con el PAR que permitió a Luisa Fernanda Rudi ser investida presidenta de Aragón. Y, al PP, ocupar otro gobierno autonómico más en plena carrera hacia La Moncloa.

En aquel pacto, firmado con el visto bueno expreso de Mariano Rajoy y rubricado públicamente con él delante, se indica expresamente que el PP se compromete, allí donde esté y tenga responsabilidades en la materia -en este caso en el Gobierno central-, «a la defensa y cumplimiento del artículo 19.3 del vigente Estatuto de Autonomía de Aragón». Para remachar la idea, aquel pacto reprodujo letra por letra lo que dice ese artículo 19.3 del Estatuto de Aragón, asumido como obligación por el PP nacional. Entre otras cosas, «velar especialmente para evitar transferencia de aguas de las cuencas hidrográficas de las que forma parte Aragón, que afecten a intereses de sostenibilidad».

Para evitar interpretaciones, Rudi ha insistido por activa y por pasiva en que no es admisible en ningún caso el trasvase del Ebro al Levante. Y Rajoy jamás ha dicho lo contrario. De hecho, quien sí se ha expresado al respecto ha sido el hasta ahora ministro de Agricultura y cabeza de lista del PP a las elecciones europeas, Miguel Arias Cañete. Habló del asunto hace escasos días y lo despachó con un rotundo «en el Ebro no sobra agua». Punto y final.

El trasvase ha acabado evaporándose del programa del PP nacional. De hecho, desapareció expresamente de sus programas electorales hace años -también lo recuerda Rudi cuando se le pregunta al respecto-.

Algo que no ha gustado en el PP valenciano y murciano. El nuevo presidente de Murcia lo ha vuelto a reivindicar. Pero el pacto que avaló Rajoy con el PAR hace tres años es un muro, hoy por hoy, infranqueable.

El trasvase del Ebro, descartado por Rajoy

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