Mi clase sobre ébola

Obviamente.

Yo he estudiado Tertulianés para practicarlo. Porque no sólo lo chapurreo, sino que he logrado un relativo dominio de esta lengua, y consigo incluso estar cinco minutos hablando sin decir absolutamente nada. Pero, eso sí, con unas palabras tan adecuadas que mis oyentes exclaman, maravillados: «¡Qué pico de oro tiene este gachó!».

Obviamente.

Así que tengo hechos los deberes y como todo el mundo mueve ficha en una consideración cortoplacista de lo que se está publicitando acerca de lo percepcionado en la verbalización de la gestión de la crisis, dicho lo cual he de asegurarles que por un lado no sé y por el otro, qué quieres que te diga.

Obviamente.

El problema del ébola es lo que se piensa de España fuera de nuestras fronteras; volviendo a nuestro país, por toda la geografía nacional, la incidencia que puede tener en los parámetros de la convivencia y en la socialización del miedo, con la que está cayendo.

Obviamente.

Según las fuentes que manejo (que son la fuente del Avellano y la fuente de los Meones de la Puerta Jerez) puedo poner negro sobre blanco mi granito de arena sobre el estado de alarma social que se ha extensionado por todo el país. Y que está solapando la deriva soberanista de la consulta referendaria que puede acabar en unas elecciones plebiscitarias, mientras que Arias, Arias Cañete, ha superado la ITV de la comisaría europea sin que el hecho de tal liderización haya sido cuantificado convenientemente en todo su calado, tienes que hacértelo mirar.

Obviamente.

A día de hoy, se han metido en un jardín con la gestión de la crisis, y es por ello por lo que lo que no ha resuelto Ana Mato quizá pueda solventarlo Soraya Sáenz de Santamaría, sin que se pase de frenada ni se pase siete pueblos, porque estamos hablando de cuanto hay que poner en valor para conseguir los resultados de salud pública objetivizados y priorizados por el protocolo.

Obviamente.

En cuanto al protocolo en sí, corrígeme si me equivoco, según los datos que manejo, ha significado un salto cualitativo desde la llegada del primer misionero hasta la entrada en el Carlos III de la última señora de la limpieza sospechosa de los parámetros que determina la Organización Mundial de la Salud, que es la que debe encargarse de la gobernanza de la pandemia, unificando criterios a nivel continental e incluso transcontinental, globalizándolos.

Obviamente.

Y «a más a más», que dice Artur Mas, no niego la mayor, ni la menor, ni la mediopensionista, pero yo añadiría que se trata de un problema de gestión de la crisis que hay que priorizar, sin que hagamos un juicio de intenciones, porque la ironía no funciona en la radio, y es un asunto que algún día habrá que debatir en sede parlamentaria.

Obviamente.

En resumen: ha faltado liderar las reformas estructurales y las políticas sanitarias necesarias para gestionar la crisis convenientemente, porque esto es un desastre, no, lo siguiente, y hay que buscarle una urgente solución sí o sí.

(¿Cómo se te queda el cuerpo? ¿Con décimas? ¡Pues al Carlos III! Obviamente).