COSAS MÍAS
El dedazo de Valenciano
Edurne Uriarte
DEDAZO es lo que Elena Valenciano llamaría a lo suyo. A que Rubalcaba la haya designado como número 1 de la candidatura socialista para las Europeas, porque sí, porque le ha dado la gana. O debería llamarlo así, si quiere ser coherente, ella y los ... socialistas en general, con su propia teoría de las primarias y los dedazos de los demás. Esa teoría que algunos aplican caprichosamente cuando les apetece o les viene bien. Primarias porque sí para ciertos puestos y primarias porque no para otros.
Y no lo digo para elogiar las primarias, sino para todo lo contrario. Y para poner de manifiesto el colmo de que sean los propios partidos los que abonen con su discurso y contradicciones ese populismo rampante sobre la democracia interna. El PSOE cuando clama contra los dedazos de los demás y el PP cuando arremete contra el «dedo divino», ahora con la elección del líder andaluz. Haciendo el juego a determinados sectores intelectuales que jamás han pisado un partido, que no tienen la más mínima idea de su funcionamiento, que nunca aplicarían la democracia interna al resto de instituciones y grupos sociales, y mucho menos a sus departamentos universitarios, a sus fundaciones o a sus propias promociones, y que, sin embargo, la exigen para uno de los escasos sectores con democracia interna como es el de la política.
Hasta Alejo Vidal-Quadras ha arremetido contra el «rebaño de ovejas» y la «pequeña cúpula oligárquica» de los partidos, después de toda una vida en el PP, apoyando, suponemos, la designación de él mismo para tantas y tantas candidaturas. Y disponiéndose, suponemos también, a aplicar los mismos métodos a su nuevo partido, Vox. Porque no hay otros, como él y cualquiera que sepa de partidos conoce perfectamente. Porque un funcionamiento mínimamente eficaz de los partidos requiere de democracia indirecta. Porque la democracia directa lleva a la parálisis. Lo mismo que ocurriría en el conjunto de las instituciones democráticas, como bien ilustró en su día Robert Dahl, el gran politólogo que acaba de fallecer (La democracia).
Los partidos políticos, en efecto, a diferencia de las empresas, por ejemplo, tienen métodos de democracia indirecta a través de los cuales los militantes eligen representantes, quienes, a su vez, eligen en los congresos a los dirigentes. Las primarias son un método de democracia directa muy vistoso, incluso muy popular en estos momentos, pero imposible de aplicar de forma generalizada, y que tiene, en la práctica, efectos semejantes a la democracia indirecta. Es decir, los militantes eligen a un líder del aparato de toda la vida, François Hollande, por ejemplo, en las primarias que hizo el PS francés.
El verdadero problema democrático de los partidos está en otro lugar, en su financiación, con su falta de transparencia, sus trampas, y algunas cosas peores. En parte, por la misma hipocresía que aplican a lo de las primarias y les impide aprobar un sistema de financiación realmente viable. Pero ésta es otra historia.
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