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VIDAS EJEMPLARES

¿Amigos?

Se acaba el poder y los teléfonos enmudecen al día siguiente

Luis Ventoso

ALLÁ en el siglo XVIII nadie daría medio penique por James Boswell. El noble escocés, señor de Auchinleck, abochornó a su familia con su biografía de tarambana borrachuzo. Abogado y escritor, se pulió todo su patrimonio en un espectacular rally por tabernas y casas de ... lenocinio. Los retratos de época muestran un careto abotargado, mapa de tantas hazañas licenciosas, un rostro algo cómico, a fuer de la seriedad que imposta. Boswell era una fiera. En su grand tour continental acudió a conocer a Rousseau y acabó empiltrado con su mujer. Lo cual tampoco parece haber causado mayores jaquecas al gran narciso galo. Tanta sonrojo provocó Boswell en vida que sus descendientes ocultaron sus papeles para no recordar al oprobioso antepasado. Los escritos acabaron apareciendo en un desván irlandés en los años veinte. Una universidad americana pagó un dineral por ellos. Ahora Boswell merecía respeto, máximo interés. ¿Por qué había sido rehabilitado el zángano?

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