«Hemos visto arder pueblos enteros con fósforo blanco»

Bajo una lona camuflada, Shamil, subcomandante de la Brigada, ultima un nuevo fusil belga. Es una de las pocas armas que han recibido en las últimas semanas. La ayuda occidental aprobada por Washington en abril -y que en palabras del secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, «marcará una gran diferencia» en el campo de batalla- todavía no está en manos de estos defensores. Además, «se necesitarán semanas de aumentos graduales para alcanzar volúmenes críticos», sentenció el Mijailo Podoliak, asesor de la presidencia ucraniana esa misma semana.

Shamil asegura, con buen estado de ánimo, que la cuestión del personal disponible no es un problema en su batallón. Lo que sigue faltando es munición de artillería, de mortero y también drones. «Los rusos están usando ahora muchos más que el mes pasado. Estamos igualados en términos de drones civiles. En cambio, en uso de drones militares tenemos una desventaja de 1 a 10», explica el militar.

Noticia Relacionada

Rusia y Ucrania también combaten en terreno africano

Andrés Gerlotti Slusnys

El Ejército enemigo ha sabido adaptarse a las condiciones de la batalla y explota el uso de las aeronaves no tripuladas para vigilar y atacar las líneas defensivas. Durante este mes, «las fuerzas de ocupación rusas han utilizado más de 5.500 drones FPV [Visión en primera persona]. Se trata de la cifra más alta registrada desde el inicio de la guerra a gran escala», declaró el analista ucraniano Oleksandr Kovalenko al medio TCH. Los soldados de la 93 apuntan que los rusos ya están produciendo en sus fábricas piezas muy parecidas a las occidentales para sus aparatos.

Si Ucrania quiere contrarrestar el empleo masivo de drones rusos, tiene que desplegar sistemas de guerra de electrónica. Esta tecnología permite, por ejemplo, romper la comunicación entre el aparato y el piloto. En el campo de guerra electrónica Moscú sigue teniendo cierta ventaja, por ahora, a pesar de los esfuerzos occidentales y ucranianos, señalan expertos occidentales.

La vigilancia constante de los cielos obliga a los hombres del comandante Egor a trabajar bajo tierra. Este militar profesional sonríe y lanza una mirada de incredulidad cuando le pregunto por los días de descanso. Pocos son los soldados ucranianos que tienen vacaciones desde hace más de dos años. Después de ver «arder pueblos enteros con fósforo blanco», Egor dice que su base es «tranquila» mientras retumba el cielo. Ya en el búnker, el oficial y sus hombres no apartan la vista de cuatro amplios monitores que enfocan diversas localizaciones. Las fuerzas de Zelenski persiguen día y noche los movimientos de los invasores. Dos soldados rusos son captados, pero logran escabullirse entre unos arbustos. Egor asegura que están tratando de localizar a sus hombres.

El polvo del camino se dispersa en el aire al paso de los quads. Las pocas casas que se erigen los costados de la ruta están incompletas. Faltan tejados, ventanas o puertas. Eugeni y Santa conocen el camino de memoria y antes bajar del vehículo, buscan un lugar seguro para aparcar, lejos de cielo abierto. El martilleo de los obuses continúa. Estos cuadriciclos son muy útiles para moverse en el frente de guerra. Al ocupar menos espacio que un coche, los drones rusos cargados de granadas tienen más dificultades de acertar sus disparos.

Vitaly sale a saludar. Es el jefe de los médicos de combate y gestiona uno de los puntos de evacuación para soldados heridos. Este veterano soldado se encarga de organizar el lugar donde los lesionados reciben las primeras atenciones antes de ser derivados a los hospitales. Como en el caso de sus compañeros, él tampoco tuvo ningún descanso. «He estado en las batallas de Soledar, Izium y Bajmut. Después de tanto tiempo en activo ya estoy acostumbrado a mi trabajo», apunta. Vitaly dice que la situación global en esta zona no ha cambio demasiado en los últimos tiempos.

Las operaciones de evacuación, sin embargo, son cada vez más complejas. «En algunas ocasiones hay que esperar hasta que anochezca para sacar a los lesionados. Otras veces son los propios compañeros los que tienen que caminar varios kilómetros con sus compañeros a cuestas. Cuando logran llegar aquí todo es más sencillo», explica el médico de combate.

A poca distancia de este punto, el joven Santa se reúne con Denis y Kolia. Los tres manejan quads y motos para cubrir las necesidades de las posiciones o evacuar a los lesionados. Se saludan con efusividad, sonríen y apuran sus cigarrillos mientras deciden qué ruta tomarán en la próxima misión. Ninguno de ellos pasa de los 22 años. Están en el Ejército por decisión propia, sin necesidad de ser reclutados.

Ucrania necesita armamento moderno, pero también hombres. Con la nueva ley de movilización, que entró en vigor el pasado 18 de mayo, las autoridades del país en guerra buscan engrosar las filas de su Ejército. Para ello bajaron la edad de reclutamiento a los 25 años e impusieron restricciones y multas a los que intenten evadirse del servicio militar. La norma causó cierto revuelo social y muchos militares declararon públicamente que llegaba con retraso.

El comandante Egor ya ha recibido a nuevos soldados en su base. La mayoría de ellos eran militares que servían en destinos lejos de primera línea. «Una vez que llegan aquí tenemos que darles un tiempo más de entrenamiento para que se adapten al trabajo que les tocará desempeñar», explica el oficial. Ese adiestramiento adicional obliga al personal de las brigadas a estirar todavía más los recursos humanos.

El antiguo jefe del Ejército ucraniano, Valeri Zaluzhni, subrayó a finales de 2023 en 'The Economist' que esta guerra no se ganará con «armas de la generación pasada y métodos anticuados». La rápida adaptación a las nuevas condiciones del frente es fundamental para tener ventaja sobre el enemigo. Rusia no solo emplea masivamente drones, también las potentes bombas aéreas guiadas. Estos cohetes pueden ser lazados desde una distancia de 50 kilómetros contra los objetivos, lo que permite a Moscú golpear sin riesgos.

El Ejército enemigo no es el mismo que en 2022. «Los rusos aprenden rápido y cada vez es más difícil el combate. Además, han innovado en su tecnología», apunta Konstantin, un oficial ucraniano. Este militar explica además que hay grandes diferencias entre las unidades rusas: «Algunas están pobremente equipadas frente a otros grupos de élite tan bien dotados como cualquier ejército occidental».

El comandante Egor piensa igual que su colega. «Los enemigos han evolucionado», musita desde la sala de monitores. Él y sus hombres no dejan de prestar atención a los grandes monitores. Todavía no hay rastro de los dos soldados rusos que se acercaban a sus posiciones.