CLAVES DE LATINOAMÉRICA

La victoria de Abinader alarga la estabilidad de República Dominicana

El muro para restringir la inmigración haitiana ha premiado electoralmente al Gobierno, en una campaña muy fijada en la violencia en el vecino país

Abinader es reelegido presidente de República Dominicana con el 59% de los votos

Luis Abinader, presidente electo de República Dominicana EFE

La reelección de Luis Abinader prolonga la estabilidad política que en las últimas décadas ha gozado la República Dominicana, en contraste con la vecina Haití, cuya situación convulsa, por el riesgo de contagio, es la principal amenaza que afrontan los dominicanos. De hecho, ... la exigencia de un control férreo de la frontera ha sido uno de los pocos mensajes compartidos por los principales candidatos en estas elecciones. El muro de separación que está levantando Abinader ha sido una de las razones del apoyo conseguido, en un contexto de sentimiento antiinmigratorio no fácil de modular.

Otra de las razones de la victoria del candidato de centro derecha es la buena marcha económica. Los gobiernos de centro izquierda previos –de Lionel Fernández (2004-2012), algo más a la izquierda, y de Danilo Medina (2012-2020), ambos del Partido de la Liberación Dominicana (PLD)– se beneficiaron electoralmente de una época de bonanza económica generalizada en la región; cuando eso se torció, especialmente con el Covid-19 y el fin del turismo en Punta Cana y demás resorts, hubo cambio en el poder. Abinader, al frente del Partido Revolucionario Moderado, venció en 2020 y está demostrando que sus recetas son adecuadas para este momento de coyuntura internacional menos pujante. El FMI estima que este año la economía dominicana crecerá un 5,4%, retomando en principio la senda de la anterior década, en la que el PIB creció de media un 5,65%. Los demás datos macroeconómicos son razonables: un déficit del 3%, una inflación de 4,2% en lo que va de año y un desempleo del 6%.

En cuanto a política exterior, Abinader ha sabido entrar en una sintonía productiva con Estados Unidos. Más allá del turismo, que también se nutre en parte de visitantes estadounidenses, la apuesta manufacturera de República Dominicana pasa por sus exitosas zonas francas, que reciben inversión de Estados Unidos o cuyos productos están dirigidos a ese gran mercado.

Los dos últimos mandatos de Lionel Fernández (fue también presidente entre 1996 y 2000) coincidieron con la expansión de la influencia chavista en el Caribe, y entonces República Dominicana, sin llegar a enemistarse con Washington, bailó bastante al son de Hugo Chávez, participando en su esquema de Petrocaribe. Denostado el chavismo, Fernández ha tenido luego difícil retomar vuelo y, ya al frente de otro partido político de propia creación, perdió contra Abinader en las pasadas presidenciales y en estas.

La cuestión migratoria es especialmente central en la vida política y social dominicana. La invasión del resto de la isla que los haitianos llevaron a cabo en 1822 –una dominación que duró hasta 1844, año que los dominicanos celebran como el de su independencia– ha alimentado siempre la prevención hacia unos vecinos que podían sobrepasarles en número y querer volver a ocupar Santo Domingo (el «peligro haitiano»). A ello se añaden tintes racistas, pues los dominicanos son generalmente mulatos y los haitianos negros, claramente distinguibles. La presencia de más de medio millón de inmigrantes haitianos en República Dominicana, que cuenta con una población de 11,3 millones (similar a la de Haití), fomenta la discusión sobre el acceso de esas personas de bajos recursos (empleados en la construcción, tareas agrícolas y muchos arrastrados a la mendicidad) a la sanidad pública y las prestaciones sociales.

Abinader está construyendo un muro que se extenderá a lo largo de 164 kilómetros de los 340 que tiene la frontera entre los dos países. Se trata de una construcción con un muro de hormigón de metro y medio de altura sobre el que se erige una verja que asciende otros dos metros. En otros lugares de la línea fronteriza habrá simplemente una valla o se dejará que el terreno escarpado de la parte central de la isla actúe de disuasión. Los expertos consideran que este intento de fortificar la separación entre los dos países no impedirá los movimientos del crimen organizado que el Gobierno dice querer combatir.

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