La ultraderecha alemana se fija en el modelo Meloni como fórmula de éxito

La principal asignatura pendiente era su alineamiento en el Parlamento Europeo. El partido ademán populista de derecha fue fundado hace diez años como reacción a los rescates de países periféricos y con el objetivo principal de destruir el euro o, en su defecto, sacar a la Alemania de la zona euro y volver al marco. Su estrategia actual, sin embargo, no estaba clara para el electorado, en la medida en la que en Berlín han evitado el tema y en Estrasburgo no eran capaces de entenderse con nadie.

En la convención nacional de AfD que tiene lugar desde el viernes en Magdeburgo, se ha decidido la adhesión del partido al grupo parlamentario europeo Identidad y Democracia (ID). A lo largo del sábado será elegido el candidato de AfD de cara a las próximas europeas, pero esta primera señal aclara de antemano a su electorado que el modelo que ofrecerían si llegasen al gobierno, sería el de Giorgia Meloni.

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La posición que hasta ahora mantenía AfD es que «la Unión Europea es una construcción antidemocrática imposible de reformar, el proyecto de la UE ha fracasado», en palabras de su diputado Roland Hartwig. Al unirse al grupo ID, sin embargo, la Junta Ejecutiva Federal propone un nuevo enfoque bastante más compatible con las aspiraciones de la formación de entrar a componer alguna coalición de gobierno en el futuro. Ahora desea combatir las «presunciones e incompetencias de la UE» desde dentro y junto con aliados de otros países.

ID, cuyo programa enfatiza la soberanía de los estados nacionales, incluye también al FPÖ austriaco y al Rassemblement National francés de Marine Le Pen. La moción de la Junta Ejecutiva Federal, que fue aprobada por una clara mayoría, dice que «los miembros de ID reconocen los derechos de todos a defender sus modelos económicos, sociales, culturales y territoriales específicos, que son únicos en Europa», e identifica al grupo parlamentario como «una plataforma muy adecuada para promover aún más la creación de redes con los partidos hermanos europeos de AfD».

La adhesión ha estado exenta de debate y algunos miembros se pronunciaron el viernes con vehemencia en contra. El copresidente de la asociación estatal AfD en Baden-Württemberg, Emil Sänze, dijo por ejemplo que era una mala idea y advirtió: «Estamos perdiendo nuestra credibilidad». Sin embargo pesaron más los argumentos pragmáticos y el hecho de que ID, actualmente el sexto grupo por tamaño y con 62 miembros, recibe subvenciones europeas de las que el partido alemán podrá ahora beneficiarse.

El líder de AfD, Tino Chrupalla, considera este paso una necesidad en el camino hacia las responsabilidades de gobierno. «Podemos asumir la responsabilidad del gobierno», dijo el viernes ante los 600 delegados, «¡estamos listas para más!». Chrupalla atribuyó la creciente popularidad del partido en las encuestas al hecho de que, después de largos períodos de guerra interna de trincheras, «disciplina, unidad y armonía» han prevalecido durante un año. «Podemos ver lo que podemos lograr con esto en las encuestas -insistió-, que esta armonía se mantenga en las próximas campañas electorales».

En las elecciones estatales en Baviera y Hesse en otoño y en Sajonia, Turingia y Brandeburgo el próximo año, AfD podría convertirse en la fuerza más votada, confió su líder. Alice Weidel, algo menos eufórica, confió por su parte en que la CDU no rechace la cooperación con AfD. Una reciente insinuación del presidente de la CDU, Friedrich Merz, sobre la posibilidad de permitir acuerdos a escala municipal, ha estado a punto de costarle el liderazgo, por lo que es poco probable que llegue a producirse.

En opinión del canciller Scholz, esa hipótesis ni siquiera es razonable a escala federal porque «estoy seguro de que los resultados de esas encuestas no se repetirán en unas elecciones». En todo caso, la enorme indignación política que despertó la insinuación de Merz no parece ser tan rotunda entre la población alemana. Una encuesta de Civey para 'Der Spiegel' muestra que el 33% de los encuestados está a favor de terminar con el cortafuegos político «definitivamente», mientras que otro 9% responde a la misma pregunta «más bien sí». El 42% del os alemanes se muestra favorable en diversos grados, frente al 51% que reacciona con una negativa más o menos firme.