Ucrania ataca nuevamente una refinería rusa en la región cercana a Moscú de Riazán

Así lo ha asegurado el gobernador de Riazán, Pável Málkov, quien sostiene que no se han producido víctimas y que los bomberos continúan sus trabajos de extinción. Sobre el terreno, según Málkov, se encuentran también miembros de los servicios de seguridad. El canal de Telegram Baza, citando testigos presenciales, informa que «primero se escuchó el ruido de los motores de los aparatos aéreos no tripulados y después hubo dos explosiones seguidas de un incendio». Moscú informa de una única explosión.

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La Dirección General de Inteligencia de Ucrania (GUR) se atribuye de forma anónima la responsabilidad del ataque a la refinería de petróleo de Riazán en declaraciones a la publicación RBK-Ucrania. Las redes sociales publican vídeos del momento de una de las deflagraciones y del fuego posterior. Se trata del segundo ataque que sufren estas mismas instalaciones, el primero tuvo lugar el pasado 13 de marzo. La refinería pertenece a la petrolera rusa Rosneft y contribuye con el 5,8 % de toda la producción rusa de crudo refinado.

Según el Ministerio de Defensa ruso, durante la pasada noche, fueron abatidos seis drones ucranianos sobre el cielo de Rusia: tres en la región de Vorónezh y uno en cada una de las regiones de Riazán, Bélgorod y Kursk. Según la BBC, los aparatos no tripulados ucranianos han atacado refinerías de petróleo rusas 15 veces en lo que va de año y 13 dieron en el blanco con consecuencias de distinta intensidad.

Las autoridades ucranianas han venido señalando que las refinerías rusas y almacenes de combustibles están en su punto de mira para «debilitar la economía rusa e interrumpir el suministro de combustible a sus tropas». La publicación estadounidense 'Politico' asegura que Rusia se está quedando sin gasolina a causa de los ataques ucranianos. Escribe que «los precios del diésel para los rusos han aumentado considerablemente y los de la gasolina han alcanzado su nivel más alto en seis meses».

A su juicio, «los ataques a las refinerías se han convertido en un problema tanto militar como político para el Kremlin, ya que el combustible barato es importante tanto para la guerra como para la imagen del presidente Vladímir Putin». Moscú ya ha prohibido la exportación de gasolina y diesel y no se descarta que tenga que recurrir a importar combustible de las reservas de Bielorrusia.