El turismo en Jordania, víctima colateral de la guerra en Gaza
Aunque la caída de visitantes es una ruina para este bello país cuya economía depende de los turistas en un 15 por ciento, monumentos antes masificados como Petra se pueden recorrer ahora casi a solas
Jordania, entre la 'espada' iraní y la 'pared' israelí
Enviado especial a Petra y Áqaba (Jordania)
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Iniciar sesiónCon maravillas únicas en el mundo como las ruinas de Petra, el valle desértico de Wadi Rum, el mar Muerto o el lugar del bautismo de Jesús en Betania, Jordania vive del turismo. Los seis millones de visitantes extranjeros ... que viajaron el año pasado al Reino Hachemita, que suponen la mitad de su población, generaron casi el 15 por ciento de su Producto Interior Bruto (PIB). Con unos ingresos de 4.894 millones de dinares (6.400 millones de euros), la industria turística jordana emplea directamente a unas 58.000 personas y a varios cientos de miles más de forma indirecta.
Tras el impacto de la pandemia del Covid, que paró el mundo y frenó la llegada de viajeros desde marzo de 2020 hasta la segunda mitad de 2022, el turismo empezó a remontar el vuelo el año pasado. Pero, justo cuando se lanzaba a la temporada alta de otoño, que dura desde mediados de septiembre hasta diciembre, estalló la guerra en Gaza el 7 de octubre.
A medida que la guerra se alargaba, se sucedieron las cancelaciones y Jordania se cayó de los destinos más demandados. En diciembre, el ministro de Turismo y Antigüedades, Makram Al Qaisi, calculaba que «si el número de visitantes y reservas seguía cayendo un 60 por ciento, las pérdidas serían cercanas a los 200 millones de dinares (260 millones de euros) al mes», según recogía el periódico 'Jordan Times'.
Este año, cuando los viajeros comenzaban a volver tras haber asumido ya que la guerra de Gaza va para largo, la industria turística jordana ha recibido su segundo golpe también en el peor momento. Ocurrió en abril, al inicio de su temporada alta de primavera, debido a la tensión en Oriente Próximo por el ataque de Irán con cientos de misiles y drones contra Israel, muchos de los cuales fueron interceptados por Jordania y cayeron sobre su capital, Amán, y otros lugares como el mar Muerto.
Jordania, entre cuatro fuegos
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La posterior respuesta israelí, y el miedo a que el conflicto se propague por toda la región, han vuelto a disuadir a muchos turistas de viajar a Jordania. Antes masificados, sus más importantes monumentos están ahora casi vacíos, como el yacimiento arqueológico de Petra.
«Por desgracia, desde el 7 de octubre observamos que el número de turistas empezó a caer día tras día. Antes solíamos recibir unos 3.000, 4.000 o 5.000 turistas cada día. Pero, después, solo llegamos a los 300 o 400 diarios», explica el vicecomisionado jefe del Parque Arqueológico de Petra, Ismaiel Abuamoud. Aunque la afluencia de visitantes mejoró desde mediados de febrero, con unos 1.200 al día, el último repunte de la tensión amenaza con arruinar también la temporada alta de primavera, que se alarga hasta julio.
Para calmar esta incertidumbre, Abuamoud insiste en que «tenemos que decirle a todo el mundo que Jordania es seguro y pueden venir a disfrutar del tiempo, de la comida y de Petra». Y, con suerte, confía en que «vaya aumentando poco a poco el número de turistas» que visitan esta espectacular ciudad excavada en las montañas por los nabateos a partir del siglo IV antes de Cristo, que fue declarada por la Unesco Patrimonio de la Humanidad en 1985.
«Desde el 7 de octubre observamos que el número de turistas empezó a caer día tras día. Antes solíamos recibir unos 3.000, 4.000 o 5.000 turistas cada día. Después, solo 300 o 400 al día. Desde mediados de febrero, la media diaria es de 1.200»
Ismaiel Abuamoud
Vicecomisionado jefe de Petra
Votada en 2007 como una de las siete maravillas del mundo, Petra recibió el año pasado más 1,1 millones de turistas, de los que 900.000 fueron extranjeros. Hasta finales de abril, habían visitado el yacimiento unos 150.000 turistas, de los que 104.000 procedían de otros países. Pagando por cada entrada la nada despreciable cantidad de 50 dinares (65 euros), frente a los 10 dinares (13 euros) que abonan los jordanos y el resto de vecinos árabes, el impacto económico de la disminución de visitas es demoledor.
Antes lleno, en el aparcamiento de Petra solo hay una docena de autobuses de turistas y los hoteles y restaurantes de la ciudad apenas tienen clientes. «El turismo es muy sensible y resulta dañado muy rápidamente por factores externos. En Jordania estamos acostumbrados y tenemos una gran resiliencia porque, debido a nuestra situación geográfica, nos hemos vistos afectados por las guerras de Irak, el 11-S, la crisis financiera global de 2008, la Primavera Árabe y el Covid», analiza Ismaiel Abuamoud. Tal y como detalla, «el turismo había empezado a repuntar en 2017 y 2019 fue nuestro mejor año, pero en 2020 vino la pandemia. Una vez superada, 2023 fue un ejercicio muy bueno para Jordania, pero en octubre estalló la guerra de Gaza y el número de visitantes se ha reducido».
Junto a franceses, italianos, alemanes y estadounidenses, los españoles son de los turistas que más viajan a Jordania y visitan Petra, incluso en estos tiempos revueltos. «Aun viendo las noticias que había, no tuve miedo en ningún momento pero sí había gente de mi entorno que me frenaba. Pero nunca me vi con ese miedo como para no venir aquí y no me ha frenado la situación aquí. Es completamente normal y tranquila y se puede hacer turismo perfectamente. Además, es un país precioso, que no se tendría por qué perder la gente», nos cuenta Patricia Martín Salamanca, madrileña licenciada en Periodismo y Comunicación Audiovisual, bajo la bellísima fachada del Tesoro de Petra.
A su lado, otra compañera de su grupo, la funcionaria gaditana Blanca Martín, añade que «una amiga que iba a venir con nosotras finalmente canceló su viaje». En su caso, se informó por el Ministerio de Asuntos Exteriores español de que no había riesgo en Jordania y la única precaución que ha tomado es hacerse un seguro de viaje, además del que ya tenía con su grupo, y no acercarse a la manifestación pro-palestina de los viernes en Amán. «Aparte del caos autóctono, todo bien, hay mucha seguridad militar y la gente es muy simpática. Así que… ¡disfrutando!», se congratula mientras pasa por enésima vez una de las furgonetas de policía que vigila el yacimiento junto a un vehículo blindado del Ejército.
Aunque la caída de visitantes es una catástrofe para la industria turística jordana, para los pocos que vienen a Petra es un lujo recorrer sus cuevas y desfiladeros a solas. «Recomiendo a todos los turistas que vengan ahora porque es mucho más barato que antes y pueden visitar una maravilla como Petra sin la masificación de la gente», anima en perfecto castellano Abdulsalaam Al Masri, guía de Bavaria Tours y traductor desde hace dos décadas de casi todos los periodistas españoles que pasan por este país. Aunque reconoce que «hemos sufrido el impacto de la guerra en la Franja de Gaza», deja claro que «Jordania es un país muy seguro y tranquilo».
«Aparte del caos autóctono, todo bien, hay mucha seguridad militar y la gente es muy simpática. Así que... ¡disfrutando!»
Blanca Martín
Turista española
En el mar Rojo, otro de los destinos más populares, también están vacíos sus hoteles, tiendas y restaurantes, como Papaya, en el centro de Áqaba. «Hace un año, estábamos llenos y solo se podía venir con reserva. Tenemos una capacidad para 200 personas y no hay nadie. Estamos facturando prácticamente cero», se queja su dueño, Ramzi Nammari, tras invitarnos a un delicioso 'gidreh khalilieh', una especie de paella con pollo cocinada por su hermano en una vasija de barro.
La situación es tan mala que Maisa Nofal, del restaurante Suzana, anuncia el cierre de su local en el centro de Aqaba para mantener solo el del lujoso complejo de vacaciones Grand Tala Bay, cuyas playas y terrazas están desiertas. «De media, en temporada alta suele haber entre 300 y 500 comensales al día. Ahora solo vienen 15 o 25 personas, o incluso nadie algunos días», compara desconsolada.
De igual modo, los barcos que navegan por el mar Rojo para hacer submarinismo y 'snorkel' apenas tienen clientes. Con tres barcos, Yazan Al Sa´ad se lamenta de que «todavía no nos habíamos recuperado del Covid y empezó esta situación. El problema es que no sabemos cuándo terminará. Ya llevo casi una semana sin negocio. La semana pasada, solo tuve cuatro clientes en el barco, que tiene capacidad para 40 personas. ¡Y esto ha sido en abril, el mes más concurrido del año!».
El turismo en Jordania se ha convertido así en la última víctima colateral de la guerra en Gaza.
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