Trump usa la CNN como altavoz de su show y sus mentiras
El expresidente protagonizó el 'prime time' de la cadena de noticias
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Correspensal en Nueva York
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Iniciar sesiónNo hacía falta una bola de cristal para anticipar que el Donald Trump que ocupó el 'prime time' de la cadena CNN el miércoles por la noche sería el de siempre: un festival de mentiras, medias verdades, exageraciones, promesas imposibles, insultos, teatralidad y conexión ... con el público.
El expresidente convirtió la noche -un formato de 'encuentro con votantes' en New Hampshire, en el que recibió preguntas de ciudadanos en el plató y de la moderadora, Kaitlan Collins- en lo que quiso: un altavoz de sus mentiras -en especial, la del robo electoral en las elecciones que perdió en 2020-, un show de su personalidad irresistible para muchos de los votantes y un mitin para la campaña de las presidenciales de 2024.
Nadie podía saber mejor que los jefes de CNN que este sería el resultado. En el final de su presidencia, la cadena empezó a cortar la emisión de sus discursos si los dedicaba a falsedades. Desde 2020, tras la campaña de Trump contra los resultados de las elecciones, culminada con el ataque bochornoso y trágico al Capitolio por una turba de sus seguidores, el expresidente no había gozado de entrevistas o apariciones como esta fuera de los medios más conservadores.
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La cadena le ha regalado ahora setenta minutos de protagonismo, cuando todavía falta falta año y medio para las presidenciales de 2024 y sin que el campo de las primarias republicanas se haya formado: favoritos para entrar en la carrera, como Ron DeSantis, gobernador de California, o Chris Christie, exgobernador de New Jersey, todavía no lo han hecho.
Tras el espectáculo, los contertulios de la mesa de debate de CNN ponían el grito en cielo y se pegaban golpes de pecho ante las palabras de Trump. Una repetición de lo que ocurrió desde 2015, cuando la cadena, como todos los grandes medios de EE.UU., se hincharon de audiencia por la aparición volcánica en política del multimillonario neoyorquino.
Trump salió combativo desde el primer minuto, sin intención de dar un paso atrás en su discurso o en sus formas, sin buscar seducir más allá de su público leal. Collins, una estrella emergente joven de la cadena -este año la han hecho copresentadora del programa de las mañanas, el mismo del que hace poco tiempo despidieron a Don Lemon-, abrió la noche con una «oportunidad» para que Trump dejara de lado sus teorías del robo electoral y aceptara por fin que Joe Biden le ganó la elección.
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«Eso no lo cree nadie, a no ser que seas estúpido», le cortó Trump, que desde ese momento sentó el tono de la velada. La oportunidad, dejaba claro el expresidente a las primeras de cambio, no iba a ser para matizar su discurso, sino para repetir sus falsedades al respecto.
Trump no se comprometió ni a dejar de hablar de fraude, ni a aceptar los resultados si cree que la elección no es honesta. Y dejó claro que solo lo será, claro, si gana él, remataba mirando al público, que le regalaba aplausos a cada paso. El respetable no se rompía las manos, ni siquiera aplaudían todos. Pero los aplausos eran suficiente para mejorar la imagen de Trump, que guiñaba y gesticulaba a cada paso a la parroquia, todos votantes republicanos o independientes de New Hampshire.
Tampoco dio un paso atrás en el asalto al Capitolio. No concedió una sola muestra de arrepentimiento, siempre en su papel de 'hombre fuerte'. Se defendió de las acusaciones de que tardó en exigir a la turba que se fuera a casa, de que no cooperó para enviar fuerzas del orden antes, de que puso en peligro a los legisladores, incluido su vicepresidente, Mike Pence.
Trump fue agresivo, pero también burlón, haciendo las delicias de parte del público y de muchos desde casa. Su comparecencia en CNN ocurrió un día después de que fuera declarado culpable por un jurado de un juicio civil en Nueva York de abuso sexual y de difamación a E. Jean Carroll, una periodista que le acusó de violación. El jurado le impuso una indemnización de cinco millones de dólares -Trump recurrirá-, pero eso no le ha quitado las ganas de atacar a Carroll. Insistió en que no tiene «ni idea de quién es», la llamó «chiflada» y relató, con teatralidad, con gente en el público partiéndose de risa, la violación de la que le acusó, que ocurrió, según Carroll, en unos grandes almacenes de Nueva York.
Siguió esa misma línea cuando Collins sacó a colación el vídeo del programa 'Access Hollywood', que salió a la luz poco antes de las elecciones de 2016, en el que Trump alardeaba de besar y manosear a las mujeres. «Cuando eres una estrella, te dejan hacerlo», dijo. «Las agarro por el coño». El expresidente dijo que esa es la realidad, que eso es lo que pasa con las estrellas: «Lleva pasando un millón de años, y quizá un poco más».
Collins, que estuvo firme ante el vendaval de Trump, le arrinconó en un par de ocasiones. Cuando le exigió que expresara con claridad su postura sobre el aborto -Trump solo insistió en adjudicarse la victoria para los conservadores con la sentencia del año pasado del Tribunal Supremo, que eliminó las protecciones constitucionales al acceso al aborto- y cuando corrigió en varias ocasiones sus falsedades sobre otro de sus líos judiciales, el relacionado con la retención de documentos clasificados. «Eres repugnante», le soltó a la presentadora. También aprovechó para clavarle una puya a DeSantis, con el mote 'DeSanctimonious', algo así como 'DeSanturrón'.
Trump no paró: alardeó de subir en las encuestas con cada decisión judicial en su contra, aseguró que finalizó el prometido muro en la frontera con México -como no se cansó de repetirle Collins, no llegó a construir cien kilómetros nuevos-, dijo que él acabaría la guerra en Ucrania «en 24 horas», se negó a llamar a Vladimir Putin «criminal de guerra», pronosticó que se detendrán quince millones de inmigrantes indocumentados este año, prometió que daría el perdón presidencial a muchos de los asaltantes del Capitolio…
Al final, ufano, le dio la mano a Collins y le dijo que hizo «un buen trabajo». Se despidió repartiendo carantoñas al público y con un «os quiero, chicos, amo a New Hampshire». Solo faltó que le pusieran 'YMCA', la canción con la que cierra sus mítines.
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