Trump recibe y perdona a Netanyahu tras años de divorcio

La última vez en que ambos hombres hablaron de forma pública, con las cámaras grabando, fue el 23 de octubre de 2020, unos días antes de las elecciones. Era una llamada telefónica tras el anuncio de que Sudán podría reconocer al Estado Judío. Trump intentó que Netanyahu se sumara a un insulto a Joe Biden —«¿crees que el dormilón de Joe hubiera logrado este acuerdo?»— pero el israelí lo detuvo con educación. «Agradecemos la ayuda de cualquier americano».

En la Casa Blanca, Joe Biden ha sido un aliado firme de Netanyahu después de los ataques terroristas del 7 de octubre y ha pagado por ello. Las protestas se han sucedido, su popularidad entre los demócratas se ha resentido. Su sucesora en la candidatura, la vicepresidenta Kamala Harris, tuvo un encuentro con Netanyahu el jueves, pero lo empleó para marcar distancias y decir que el alto el fuego debe ser inminente tras casi 40.000 civiles muertos en la Franja.

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Tras la derrota de Trump, sus falsas denuncias de fraude y lo rápido que Netanyahu felicitó a Biden, el republicano estalló. Netanyahu le había traicionado, no era lo que parecía, había mucho que contar y lo contó: Trump acusó a Netanyahu de retirarse en el último momento del ataque aéreo de enero de 2020 que mató al general iraní Qassem Soleimani, a pesar de los planes previos de cooperación.

Trump afirmó que Israel retiró su participación la noche anterior al ataque sin dar explicaciones, lo que lo llevó a sentirse, dijo, muy decepcionado. Ya en campaña, Trump criticó los fallos de inteligencia de Israel y su estrategia de defensa ante los ataques de Hamás. Los comentarios de Trump fueron condenados por los aliados de Netanyahu y diversas figuras políticas, pero el primer ministro se mantuvo al margen, ante la certeza de que Trump iba a ganar las primarias y podría volver a ser presidente.

Netanyahu acudió a Florida tras un discurso que dio el miércoles a las dos cámaras del Capitolio en el que dijo que la guerra debe seguir hasta que Hamás desaparezca y puedan volver a casa los 100 rehenes israelíes que quedan. Un centenar de demócratas le boicoteó y se ausentó, pero al día siguiente fue recibido en la Casa Blanca. Violentas protestas le siguieron por la capital y una turba hasta quemó banderas americanas, algo que la campaña de Trump empleó para advertir de lo que supondría una presidencia Harris.

La vicepresidenta, sin embargo, mantuvo su equidistancia. No mostró sintonía alguna con Netanyahu —ella también boicoteó el discurso en el Capitolio— y a la vez emitió un comunicado oficial definiendo a los que quemaron las banderas como radicales y antipatriotas.

Trump por su parte, promete que una llegada suya a la Casa Blanca supondrá una paz inmediata en Oriente Próximo. A principios de semana, antes de que Netanyahu llegara a EE.UU., el expresidente reveló una carta que le envió en presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, en la que le deseaba una pronta recuperación tras el intento de asesinato del 13 de julio. En rotulador negro, Trump escribió sobre la carta: «Mahmoud, qué majo. Gracias. Todo saldrá bien».