Trump exaspera al juez: «¿Puede controlar a su cliente? Esto no es un mitin»

Lo consiguió con una melé entre él, sus abogados, los fiscales y el juez que supervisa el caso, Arthur Engoron, al que exasperó. «¿Puede controlar a su cliente?», exigió el magistrado a Christopher Kise, uno de los abogados de Trump. «Esto no es un mitin político, esto es un juzgado», abroncó el juez ante la actitud del expresidente, que se enroscaba en respuestas largas y que en muchas ocasiones no tenían que ver con la pregunta del fiscal, por ejemplo, sino con asuntos de política.

No habían pasado diez minutos de la vista y Trump ya había acusado a la fiscalía de interponer casos por motivación política en su contra, en el contexto de su campaña a la reelección el año que viene, para la que es el absoluto favorito republicano para lograr la nominación. Kise dejó claro que estaba alineado para participar del espectáculo político de su cliente, al que llamó en varias ocasiones «antiguo y pronto de nuevo comandante en jefe» o «antiguo y pronto de nuevo presidente».

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A veces, lo que irritó a Engoron fueron solo las respuestas largas y deslavazadas que ofrecía Trump: «No tenemos tiempo que perder, solo tenemos un día para esto», le dijo, y criticó que «además de que las respuestas no responden a lo preguntado, son repetitivas». En la llegada a los juzgados, Trump dejó claro que estaba más interesado en la parte política de su presencia en los juzgados que en discutir los méritos de su defensa. «Mientras Israel es atacada, mientras Ucrania es atacada, mientras la inflación se come vivo nuestro país, aquí estoy yo», dijo el expresidente a la prensa en su entrada a los juzgados, donde aseguró que todos sus problemas legales son «ataques políticos de la Administración Biden».

Trump y Engoron se enzarzaron en varias ocasiones, en un juicio que el expresidente ve probablemente perdido. «¡Qué sorpresa!», reaccionó con sarcasmo el multimillonario en una ocasión que el juez no le permitió leer un documento. «¡Irrelevante, irrelevante!», protestaba Engoron cuando Trump se entretenía glosando con detalles la belleza y valor de sus propiedades. Trump se movía incómodo en el estrado, leía los documentos financieros de su empresa, interrumpía las preguntas de la fiscalía. El juez, a ratos, se incomodaba, miraba al techo, suspiraba. Al salir de la sala para el almuerzo, Trump se sellaba los labios ante la cámara con teatralidad, en referencia a la orden del juez de no comentar su testimonio.

Al contrario que en las cuatro causas penales que enfrentará el año que viene, en este juicio civil no hay jurado y la decisión depende del juez. Engoron ya desestimó una de las principales líneas de Trump, el pasado septiembre, cuando dictaminó que la cláusula de descargo de responsabilidad que el expresidente incluía en las valoraciones de sus activos inmobiliarios no tiene impacto para determinar si hay fraude o no.

Trump buscó referirse a esa cláusula una y otra vez, pero el juez trató de pararle los pies: «Si quiere saber sobre la cláusula de descargo de responsabilidad, vuelva a leer mi dictamen», dijo Engoron. «O, quizá, léalo por primera vez», atacó, a lo que Trump respondió: «Usted se equivocó en su dictamen».

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